Datos personales

Vistas de página en total

martes, 28 de agosto de 2012

LA DIFERENCIA ENTRE LIDIAR Y TOREAR. ¿Es lo mismo lidiar que torear?- Sin duda alguna el torero tiene su mejor maestro en el toro, esta reflexión va dirigida al público y al aficionado que guste de diferenciar entre lo que es lidiar y lo que es en verdad torear, dicho esto con el único y primordial objetivo de que sepamos descifrar la lidia de los astados y descubrir los inagotables matices de la lidia. Pero ¿qué es lidiar? La respuesta no puede ser más sencilla y clara: lidiar es dominar al toro. Y ¿cómo se domina al toro? Pues por medio de la inteligencia y de la sensibilidad, que aunado a la técnica llamada también oficio culmina en la maestría y el arte, pero para hacer esto, ¿qué se necesita? Primeramente valor, porque sin la cantidad precisa de valor, un torero no puede desarrollar la sabiduría y el arte que lleva dentro, porque para torear hay que estar cerca de los toros. Sin embargo no todo el que está cerca del toro torea. ¿por qué? Debido a que puede tener valor, pero carecer de la técnica y del talento necesarios, terminando por producir únicamente sustos, en razón de que el oficio y el arte son dos elementos indispensables para suscitar emociones distintas, ante la estética y la belleza de un momento efímero frente al peligro, creados con serenidad e inspiración. No olvidemos que quien se dedica a esta profesión, es un hombre que con inteligencia, valor y arte, “lucha” o pelea y triunfa, ante y con los toros; es innegable que muchas veces el valor, suple todas las deficiencias y le salva de todos los peligros; lo cual será siempre estimable y gallardo, pero en lo personal, yo no puedo aplaudir lances de capa y pases de muleta sin estructura, sin arte, sin gracia, sin gusto, sin técnica, sin inteligencia, sin suavidad y sin destreza, dados por aquí y por allá, es algo que repugna mi sensibilidad, ver una figura desgarbada y violenta me da una sensación de malestar que no puedo reprimir. Aunque para ser franco, en ocasiones no quede más remedio que reconocer aquella decisión, aquella voluntad, aquel deseo de agradar y aquella tremenda valentía que ponen en toda su labor, porque esto es lo honrado y lo noble; y ante tal reconocimiento no me queda más que aplaudirlo sin regateos. Pero vayamos por partes, después del toro, el torero es la persona que tiene mayor protagonismo en los espectáculos de las corridas de toros, su tarea es provocar y conducir repetidamente las embestidas del toro de forma que resulte estéticamente vistosa, meterlo en el engaño, llevándolo con suavidad y firmeza, encelándolo y enseñándole al mismo tiempo a meter la cabeza (una vez que sale al ruedo) en el mismísimo tercio del capote, después deberá llevarlo a la cabalgadura y medirlo con sabiduría una vez que ha salido de la suerte de varas; nunca dejar de observarlo y tratar de entenderlo en su comportamiento al colocarle las banderillas, para después imponerse y templarlo en la suerte de muleta haciendo que destaquen sus cualidades y predominen sobre sus defectos, hasta prepararlo para la muerte mediante la suerte suprema. Aun cuando lidiar y torear pueden ser sinónimos, lidiar a un toro significa básicamente hacerle frente de forma hábil e inteligente, entendiendo sus cualidades y defectos para someterlo a diversas acciones que permitan a su lidiador obtener una faena; pero torear, es algo más que simplemente “enfrentarlo”; va mas allá de eso, no solo es haber entendido el tipo de lidia que requiere, porque repito, el torero lo debe de ir llevando con cuidados y firmeza con el capote hasta llegar al último tercio, que en la actualidad es el más importante: el de la muleta, porque con ella se crearán momentos plásticos bellos tan efímeros pero con una continuidad tal, que permitirán al publico considerarlos como una “faena. Este tercio, no debe ser una sucesión de pases dados sin ninguna relación entre sí, porque una faena no se compone de pases sueltos, más o menos numerosos, ni más o menos artísticos, ni de andar por todos los terrenos del ruedo. El toreo no es toreo, en tanto no se le relacione y vaya ligado en todos sus movimientos con el toro, porque el astado es el que da la medida de la faena: con su clase al embestir y el número de pases que aceptará por uno y otro lado (los cuales siempre serán en número diferente), marcando la distancia a la cual debe colocarse el torero por cada uno de sus lados (porque esto debe de ser lo primero que el torero debe entender, porque si el toro es bravo y conserva poder, se arrancará antes y a mayor distancia que el manso y el agotado; decimos manso por diferenciarlos, en realidad el manso absoluto no existe en el toro de lidia, existe una escala de bravura que va del toro codicioso, rápido, pronto en acometer, pegajoso, que podríamos llamar de bravura agresiva porque va con muchos pies (ligereza), hasta llegar al toro más “dócil”, pastueño, tardo, falto de codicia, al que llamaremos con bravura pasiva. En esta escala intervienen la resistencia y el poder del toro, (inclusive la altitud sobre el nivel del mar de la plaza de toros en que es lidiado), lo que conllevará al matador a tenerlo en cuenta al iniciar su trasteo de muleta, para saber hasta dónde tiene que llegar, si hay que echarla hasta el hocico o ponerla un poco mas atrás acortando él la distancia, así como la mano que ha de emplear preferentemente su lidiador durante la faena, porque en el curso de ésta se irán acoplando toro y torero. Por lo general, el público suele fijarse en si el toro abre o no abre el hocico, lo cual no es mal síntoma, porque es indicio de fatiga o de resistencia, si el toro ha “roto” en la lidia o no ha gastado facultades (no rompió) y conserva el poder, porque cuanto más bravo es el toro más “rompe”, porque pone más esfuerzo en embestir y lo hace más veces. El terreno que debe pisar el torero, la distancia a que debe situarse, depende de todos estos factores; reitero, al torero le corresponde entender las condiciones del astado que tiene enfrente para saber el terreno en que debe colocarse, la distancia a la que se ajustará al toro en el centro de la suerte, esta distancia no sólo indica su valor sereno, sino que lo hará con técnica y mando en lo que hace, también indica la cantidad y calidad de los lances o de los pases, mostrará también el conocimiento del lidiador para dejarse llegar al toro, mandarlo sin meter el pico de la muleta (citándolo, mandando y templando, cargando la suerte para soltarlo atrás de la cintura, haciendo una especie de signo de interrogación en su recorrido) ya que se domina mejor de esta forma que cuando se torea despegado. Es muy importante considerar los terrenos que pisa el torero estando frente al burel, porque esta valoración ira de la mano con las características que presente el astado que tenga enfrente, porque si el toro se arranca a distancia puede ser que al torero le falte temple y mando para someterlo y si por el contrario esta aplomado (se le dice así al toro parado o agarrado al piso) exigirá a su matador que se emplee mas a fondo, para sacarle los pases porque corre el peligro de “ahogarlo” y la faena se irá por los suelos. Es indiscutible que cada toro tiene su sitio, según su bravura, su poder, su distancia (distinta de cada lado) y hasta sus querencias (sus terrenos); por ello es tan difícil torear, por eso son muy pocos los toreros que lo hacen bien. En la actualidad predomina la tendencia de cortar las series de muletazos para cambiar de mano o cambiar de terreno, pero la más de las veces lo hacen para luego volver al mismo sitio y continuar lo interrumpido (casi casi es volver a empezar); esto tiene su riesgo en algunos toros, ya que nunca se debe olvidar que la faena además de un interés artístico, tiene una finalidad técnica, objetivo que se debe atender para no malograr la parte estética; porque no se está toreando de salón (aunque algunas veces lo parezca), hay que ligar las faenas (como si se tuviera un plan de trabajo), hasta conseguir igualar al toro en el momento preciso y en el sitio donde el toro debe de morir. Porque dar tres pases y un paseo; otros pases y otro paseo, es tratar de torear más que hacerlo de verdad, es hacer una faena a retazos, para recoger a retazos los aplausos, que, la mayoría de las veces, no quedan ya para el final porque se han gastado en nimiedades y el hombre se va a la barrera como si no hubiera hecho nada. No desconocemos que estos retazos tienen su público, como lo tienen las liquidaciones y los saldos, donde no se busca la calidad. La faena más perfecta es aquella en que el toro cae herido en el mismo sitio donde se le dio el primer pase, porque torear es hacerlo en un solo terreno del ruedo, donde el torero mande, no en donde el toro quiera. Por todo esto, no debemos olvidar que para juzgar la labor de los toreros debemos tener en cuenta que tienen varias etapas de formación (obtenida por la práctica y muchas veces con el precio de su sangre en ocasiones a destiempo); la primera etapa es la de novillero, en la que debe de lidiar novillos para ir madurando poco a poco, comenzando generalmente en festivales sin caballos, para luego pasar a novilladas con picadores y de acuerdo a sus resultados llegar a ser un novillero destacado. Cuando logra los méritos necesarios para alcanzar el grado de matador de toros porque ha conseguido (en teoría) la destreza suficiente para desarrollar con estilo y técnica todos los tercios de la lidia, se realiza una corrida de carácter “especial” en la que recibirá la llamada alternativa o borla de matador de toros; esta la puede recibir en cualquier plaza de toros reconocida con lo que da comienzo a la segunda etapa del torero, sin embargo, generalmente todos los matadores de toros, tienen la obligación de confirmar este título en dos plazas de particular tradición, la Plaza de Toros de “Las Ventas” en Madrid y la monumental Plaza de Toros “México”, en la ciudad del mismo nombre. Y la tercera etapa es simplemente ir destacando tarde a tarde hasta consagrarse como figura del toreo. Para terminar, debo mencionar que estoy plenamente convencido de que el lidiar y el torear hacen la diferencia entre ser un matador de toros o ser una figura del toreo, porque lidiar es enfrentar a un toro con técnica, valor y conocimientos, pero torear: es llegar al clímax de la técnica, de la plasticidad y del valor sereno, es crear un momento de belleza efímero ante el peligro con sentimiento y valor, es lograr una comunión entre torero/aficionado como respuesta a lo que se esta haciendo frente al astado; porque como dijo el Matador de Toros David Silveti Barry (Q.E.P.D.): …Vivir es una circunstancia, torear es una necesidad!!!!!!. Y ahí, radica la grandeza de la Fiesta de los Toros. Colaboración de Jaime Montoya Escamilla.
LA DIFERENCIA ENTRE LIDIAR Y TOREAR. ¿Es lo mismo lidiar que torear?- Sin duda alguna el torero tiene su mejor maestro en el toro, esta reflexión va dirigida al público y al aficionado que guste de diferenciar entre lo que es lidiar y lo que es en verdad torear, dicho esto con el único y primordial objetivo de que sepamos descifrar la lidia de los astados y descubrir los inagotables matices de la lidia. Pero ¿qué es lidiar? La respuesta no puede ser más sencilla y clara: lidiar es dominar al toro. Y ¿cómo se domina al toro? Pues por medio de la inteligencia y de la sensibilidad, que aunado a la técnica llamada también oficio culmina en la maestría y el arte, pero para hacer esto, ¿qué se necesita? Primeramente valor, porque sin la cantidad precisa de valor, un torero no puede desarrollar la sabiduría y el arte que lleva dentro, porque para torear hay que estar cerca de los toros. Sin embargo no todo el que está cerca del toro torea. ¿por qué? Debido a que puede tener valor, pero carecer de la técnica y del talento necesarios, terminando por producir únicamente sustos, en razón de que el oficio y el arte son dos elementos indispensables para suscitar emociones distintas, ante la estética y la belleza de un momento efímero frente al peligro, creados con serenidad e inspiración. No olvidemos que quien se dedica a esta profesión, es un hombre que con inteligencia, valor y arte, “lucha” o pelea y triunfa, ante y con los toros; es innegable que muchas veces el valor, suple todas las deficiencias y le salva de todos los peligros; lo cual será siempre estimable y gallardo, pero en lo personal, yo no puedo aplaudir lances de capa y pases de muleta sin estructura, sin arte, sin gracia, sin gusto, sin técnica, sin inteligencia, sin suavidad y sin destreza, dados por aquí y por allá, es algo que repugna mi sensibilidad, ver una figura desgarbada y violenta me da una sensación de malestar que no puedo reprimir. Aunque para ser franco, en ocasiones no quede más remedio que reconocer aquella decisión, aquella voluntad, aquel deseo de agradar y aquella tremenda valentía que ponen en toda su labor, porque esto es lo honrado y lo noble; y ante tal reconocimiento no me queda más que aplaudirlo sin regateos. Pero vayamos por partes, después del toro, el torero es la persona que tiene mayor protagonismo en los espectáculos de las corridas de toros, su tarea es provocar y conducir repetidamente las embestidas del toro de forma que resulte estéticamente vistosa, meterlo en el engaño, llevándolo con suavidad y firmeza, encelándolo y enseñándole al mismo tiempo a meter la cabeza (una vez que sale al ruedo) en el mismísimo tercio del capote, después deberá llevarlo a la cabalgadura y medirlo con sabiduría una vez que ha salido de la suerte de varas; nunca dejar de observarlo y tratar de entenderlo en su comportamiento al colocarle las banderillas, para después imponerse y templarlo en la suerte de muleta haciendo que destaquen sus cualidades y predominen sobre sus defectos, hasta prepararlo para la muerte mediante la suerte suprema. Aun cuando lidiar y torear pueden ser sinónimos, lidiar a un toro significa básicamente hacerle frente de forma hábil e inteligente, entendiendo sus cualidades y defectos para someterlo a diversas acciones que permitan a su lidiador obtener una faena; pero torear, es algo más que simplemente “enfrentarlo”; va mas allá de eso, no solo es haber entendido el tipo de lidia que requiere, porque repito, el torero lo debe de ir llevando con cuidados y firmeza con el capote hasta llegar al último tercio, que en la actualidad es el más importante: el de la muleta, porque con ella se crearán momentos plásticos bellos tan efímeros pero con una continuidad tal, que permitirán al publico considerarlos como una “faena. Este tercio, no debe ser una sucesión de pases dados sin ninguna relación entre sí, porque una faena no se compone de pases sueltos, más o menos numerosos, ni más o menos artísticos, ni de andar por todos los terrenos del ruedo. El toreo no es toreo, en tanto no se le relacione y vaya ligado en todos sus movimientos con el toro, porque el astado es el que da la medida de la faena: con su clase al embestir y el número de pases que aceptará por uno y otro lado (los cuales siempre serán en número diferente), marcando la distancia a la cual debe colocarse el torero por cada uno de sus lados (porque esto debe de ser lo primero que el torero debe entender, porque si el toro es bravo y conserva poder, se arrancará antes y a mayor distancia que el manso y el agotado; decimos manso por diferenciarlos, en realidad el manso absoluto no existe en el toro de lidia, existe una escala de bravura que va del toro codicioso, rápido, pronto en acometer, pegajoso, que podríamos llamar de bravura agresiva porque va con muchos pies (ligereza), hasta llegar al toro más “dócil”, pastueño, tardo, falto de codicia, al que llamaremos con bravura pasiva. En esta escala intervienen la resistencia y el poder del toro, (inclusive la altitud sobre el nivel del mar de la plaza de toros en que es lidiado), lo que conllevará al matador a tenerlo en cuenta al iniciar su trasteo de muleta, para saber hasta dónde tiene que llegar, si hay que echarla hasta el hocico o ponerla un poco mas atrás acortando él la distancia, así como la mano que ha de emplear preferentemente su lidiador durante la faena, porque en el curso de ésta se irán acoplando toro y torero. Por lo general, el público suele fijarse en si el toro abre o no abre el hocico, lo cual no es mal síntoma, porque es indicio de fatiga o de resistencia, si el toro ha “roto” en la lidia o no ha gastado facultades (no rompió) y conserva el poder, porque cuanto más bravo es el toro más “rompe”, porque pone más esfuerzo en embestir y lo hace más veces. El terreno que debe pisar el torero, la distancia a que debe situarse, depende de todos estos factores; reitero, al torero le corresponde entender las condiciones del astado que tiene enfrente para saber el terreno en que debe colocarse, la distancia a la que se ajustará al toro en el centro de la suerte, esta distancia no sólo indica su valor sereno, sino que lo hará con técnica y mando en lo que hace, también indica la cantidad y calidad de los lances o de los pases, mostrará también el conocimiento del lidiador para dejarse llegar al toro, mandarlo sin meter el pico de la muleta (citándolo, mandando y templando, cargando la suerte para soltarlo atrás de la cintura, haciendo una especie de signo de interrogación en su recorrido) ya que se domina mejor de esta forma que cuando se torea despegado. Es muy importante considerar los terrenos que pisa el torero estando frente al burel, porque esta valoración ira de la mano con las características que presente el astado que tenga enfrente, porque si el toro se arranca a distancia puede ser que al torero le falte temple y mando para someterlo y si por el contrario esta aplomado (se le dice así al toro parado o agarrado al piso) exigirá a su matador que se emplee mas a fondo, para sacarle los pases porque corre el peligro de “ahogarlo” y la faena se irá por los suelos. Es indiscutible que cada toro tiene su sitio, según su bravura, su poder, su distancia (distinta de cada lado) y hasta sus querencias (sus terrenos); por ello es tan difícil torear, por eso son muy pocos los toreros que lo hacen bien. En la actualidad predomina la tendencia de cortar las series de muletazos para cambiar de mano o cambiar de terreno, pero la más de las veces lo hacen para luego volver al mismo sitio y continuar lo interrumpido (casi casi es volver a empezar); esto tiene su riesgo en algunos toros, ya que nunca se debe olvidar que la faena además de un interés artístico, tiene una finalidad técnica, objetivo que se debe atender para no malograr la parte estética; porque no se está toreando de salón (aunque algunas veces lo parezca), hay que ligar las faenas (como si se tuviera un plan de trabajo), hasta conseguir igualar al toro en el momento preciso y en el sitio donde el toro debe de morir. Porque dar tres pases y un paseo; otros pases y otro paseo, es tratar de torear más que hacerlo de verdad, es hacer una faena a retazos, para recoger a retazos los aplausos, que, la mayoría de las veces, no quedan ya para el final porque se han gastado en nimiedades y el hombre se va a la barrera como si no hubiera hecho nada. No desconocemos que estos retazos tienen su público, como lo tienen las liquidaciones y los saldos, donde no se busca la calidad. La faena más perfecta es aquella en que el toro cae herido en el mismo sitio donde se le dio el primer pase, porque torear es hacerlo en un solo terreno del ruedo, donde el torero mande, no en donde el toro quiera. Por todo esto, no debemos olvidar que para juzgar la labor de los toreros debemos tener en cuenta que tienen varias etapas de formación (obtenida por la práctica y muchas veces con el precio de su sangre en ocasiones a destiempo); la primera etapa es la de novillero, en la que debe de lidiar novillos para ir madurando poco a poco, comenzando generalmente en festivales sin caballos, para luego pasar a novilladas con picadores y de acuerdo a sus resultados llegar a ser un novillero destacado. Cuando logra los méritos necesarios para alcanzar el grado de matador de toros porque ha conseguido (en teoría) la destreza suficiente para desarrollar con estilo y técnica todos los tercios de la lidia, se realiza una corrida de carácter “especial” en la que recibirá la llamada alternativa o borla de matador de toros; esta la puede recibir en cualquier plaza de toros reconocida con lo que da comienzo a la segunda etapa del torero, sin embargo, generalmente todos los matadores de toros, tienen la obligación de confirmar este título en dos plazas de particular tradición, la Plaza de Toros de “Las Ventas” en Madrid y la monumental Plaza de Toros “México”, en la ciudad del mismo nombre. Y la tercera etapa es simplemente ir destacando tarde a tarde hasta consagrarse como figura del toreo. Para terminar, debo mencionar que estoy plenamente convencido de que el lidiar y el torear hacen la diferencia entre ser un matador de toros o ser una figura del toreo, porque lidiar es enfrentar a un toro con técnica, valor y conocimientos, pero torear: es llegar al clímax de la técnica, de la plasticidad y del valor sereno, es crear un momento de belleza efímero ante el peligro con sentimiento y valor, es lograr una comunión entre torero/aficionado como respuesta a lo que se esta haciendo frente al astado; porque como dijo el Matador de Toros David Silveti Barry (Q.E.P.D.): …Vivir es una circunstancia, torear es una necesidad!!!!!!. Y ahí, radica la grandeza de la Fiesta de los Toros. Colaboración de Jaime Montoya Escamilla.
Plaza de toros de Cuenca. Casi lleno. Cuarta de feria. Toros de Fuente Ymbro para Juan José Padilla, oreja y oreja; El Juli, dos orejas y ovación Miguel Ángel Perera, oreja y dos orejas.
Tarazona (Zaragoza). Toros de José Luis Iniesta para Alberto Álvarez, oreja y palmas; Iván Fandiño, oreja y oreja y David Mora, oreja y dos orejas.
Plaza de toros de Colmenar. Toros de Ramón Carreño excepto el 4º, del hierro de Román Sorando. Uceda Leal, Silencio y oreja; Iván Vicente, silencio y oreja y Alberto López Simón, dos orejas. Al final del paseíllo se guardó un minuto de silencio por el 65 aniversario de la muerte de Manolete en la plaza de toros de Linares.
Andorra, ya tiene los carteles de sus feria de novilladas en la calle, han apostado por hierros de Encaste Conde de la Corte y Santa Coloma. Estos son los carteles: Sab.8 Imanol Sánchez, Antonio Puerta y Luis Gerpe (Dolores Aguirre) Dom.9 Miguel Cuartero, Jesús Chover y Franco Salcedo (Los Maños)
BALTASAR IBAN
Los toros de Baltasar Ibán llevan divisa rosa y verde y lucen muesca en ambas orejas. Su propietario oficial es la sociedad limitada denominada Ganadería Ibán, S.L., aunque en la práctica es Cristina Moratiel, su representante, quien dirige en la actualidad los destinos de este hierro. Tiene antigüedad desde el 15 de agosto de 1957. Sus reses pastan en El Escorial (Madrid). Esta ganadería fue formada en 1920 por Fernando Sánchez Rico con reses de Contreras. En 1929 la adquirió Jerónimo Díaz Alonso, quien añadió un lote de hembras de Martínez. Sus herederos la vendieron en 1939 a Manuel González Martín 'Machaquito', que la aumentó con otras reses de Contreras. En 1940 cedió la mitad de la ganadería al Conde de Ruiseñada y en 1957 vendió la totalidad a Baltasar Ibán Valdés, que varió el hierro. En 1976, tras su fallecimiento, se anuncia a nombre de sus herederos. En 1997, tras fallecer el propietario José Luis Moratiel Ibán, es adquirida por sus herederos formándose la sociedad 'Ganadería Ibán, S. L'. Los toros de Baltasar Ibán son uno de los ejemplos de incomprensión ganadera vividos en los últimos años, tanto por parte de aficionados como de las figuras. En el año 1995 ofreció uno de los espectáculos más brillantes y terroríficos que se han visto en Las Ventas en toda su historia: la lidia de 'Bastonito' por parte de César Rincón. Sin embargo, el tamaño y cornamenta poco espectaculares han ido relegando este hierro a festejos menores. La ganadera, Cristina Moratiel, ha optado en las últimas temporadas por asentar sus productos en novilladas picadas, consiguiendo excelentes resultados en las plazas de Arles (Francia), Arganda (Madrid) y Las Ventas
JULIO APARICIO LA MONTA EN COLLADO MEDIANO(MADRID) EN SUS PRIMEROS PASOS COMO APODERADO.Según comentario de AMBITOROS. En el 5º novillo de la excelente novillada de Jose Escolar, el novillero E. Huertas al que apodera Julio Aparicio fue cogido de manera espectacular por el novillo, no sufrió cornada pero si golpes varios, pero tras unos minutos en un gesto que le honra volvio a la cara del toro y lo mató, eso si, sin hacer casi faena. Parte del publico pidio la oreja que el presidente en honor a su pundonor y porque habia petición la concedió. Pero ahora viene lo bueno, los de la cuadrilla, arengaron al personal para dar la segunda, incluso no dejaban a los mulilleros llevarse al novillo, al final el novillero paseo su oreja entre aplausos del respetable. JULIO APARICIO no quedo contento y empezo a despotricar contra el presidente del festejo por no conceder la segunda oreja, ante esta situación los miembros de la Guardia Civil presentes en el callejon le mandan identificarse, negandose en un primer momento, pero luego accede a ello. Tambien tomaron nota a miembros de la cuadrilla del novillero, ignoro si luego en el cuartelillo siguio la cosa, segun me comentaron uno de los mulilleros tambien tuvo sus palabras con el ahora apoderado. Para rematar la jugada y segun dijeron mas tarde en un bar del pueblo, Aparicio y dos personas mas se fueron sin pagar unas consumiciones de un bar de la localidad serrana. Vamos ni en las peliculas de Berlanga. TEXTO Y FUENTE, PORTAL TAURINO AMBITOROS.
Ganaderia del Tajo y la Reina
Esto es Arte y tradicion,Las mulillas de Arrastre en Tomelloso (CIUDAD REAL),bien enjarezadas y acompañadas por la Banda de musica Municipal,en este caso tocaban el Pasodoble Taurino Gallito de Camino a la Plaza.
.
La empresa taurina J.Ruano Herrero, en colaboración con la Asociación Cultural Taurina de Argamasilla de Alba y con el Excmo.Ayuntamiento de dicha localidad, ha programado para el dia tres de Septiembre proximo dos eventos taurinos. el tres de Septiembre becerrada, se lidiaran cuatro astados de la ganaderia de Hermanos Palacios de Salamanca, para las toreros Rosana Toledo,de Toledo, Cristina Hernandez, de Almeria, Mirian Garcia la Santiaguita, de Ciudad Real y Veronica Ruiz, de Jaén. Miercoles cinco de Septiembre, gran suelta de reses en concurso, para coros y danzas, los Espantaguillos, los Imprevistos y A medio grano to el verano, dichos espectáculos tienen la hora de comienzo las seis quince de la tarde
Hoy 28 de Agosto, se cumplen 65 años de la cojida mortal de Manuel Rodriguez Manolete en Linares (Jaén), por el toro de la ganaderia de Miura llamado Islero, como todo el mundo sabe la terna la componias Gitanillo de Triana Manolete y Luis Miguel Dominguin. Por su puesto un servidor de ustedes no habia venido a este mundo, pero me pregunto quien seria este hombre que en todas las tertulias taurinas que existen diariamente, siempre se hace algún comentario de Manolete. En una ocasión viendo una corrida de toros en Jaèn, coincidi junto al gran profesor y escritor Don Andrés Amorós y le pregunte, Don Andrés digame una cosa, quien era mejor torero Luis Miguel Dominguin o Manolete, y me contestó, siempre me gustó Dominguin, pero Manolete tenia un sello personal que jamas nadie lo tubo y toreaba con mas quieto que nadie.