miércoles, 13 de junio de 2012
EL INCENDIO DE LA PLAZA DE TOROS DE ALMAGRO
Sucedio un viernes 26 de agosto de 1932. dede hacia dias estaba anunciada la monumental corrida de toros. donde se lidiaron ocho reses con divisa encarnada y negra de la ganaderia de don Luis Bernaldo de Quirós, antes excelentisimo ( Duque De Tobar ) que debeian ser despachadas por los diestros,Marcial Lalanda, Domingo Ortega,y Luis Gómez.
El Estudiante,y Antonio garcia,Maravilla.
El festejo, como era tradicional,habia suscitado enorme expentacion entre los aficionados de las tradicionales corridas de Almagro,pero, por dificultades que desconozco, se excluyo a Marcial Lalanda en la Lidia de seis toros del dia 26..
Cuentan que el conflicto se origino de la siguiente manera:
los matadores que debian lidiar tenian firmado el contrato segun el cual debian de percibir sus honorarios a las doce del dia,Como trascurrio el tiempo y el empresario no se personó en la fonda para hacer efectivas las cantidades, estos, vestidos ya con el traje de luces se negaron a actuar hasta no recibir el dinero fijado del contrato.
Ante esta situación, el Alcalde, Don Tomas Domingez, trató de evitar el conflicto reuniendo en su despacho a los apoderados de los los tres Matadores en union del empresario,Don Alfonso Holguin Y Don Manuel Calero Orozco.Apoderado del anterior les propuso la intervencion de la taquilla por el ayuntamiento hasta adquirir las 28.000 pesetas importe del contrato de los lidiadores y en el caso de no llegar la recaudacion a alcanzar dicha cifra, cosa dificil porque en aquellos momentos habia ingresadas ya 21.000 pesetas, se llegaria a un acuerdo entre todos, la proposicion fue aceptada por el ( Estudiante ) Y Maravilla ) pero Domingo Ortega se negó rotundamente y montado en su automovil en unio de la cuadrilla,salio rapidamente de Amagro.
Esta conducta del matador Toledano fue imitada por sus compañeros, que salieron en automoviles vistiendo el traje de luces,( Maravilla ) y su cuadrilla se desnudaron en el campo y Ortega en una finca sita en el pueblo de Daimiel.
Ajeno el público a los acontecimientos que estaban sucediendo, se agolparon en las inmediaciones y puertas de entrada, cuando se abrieron éstas, los espectadores ocuparon pronto sus localidades y la plaza se llenó.
a la hora anunciada para que empezara el festejo, el publico solicito su celebracion, pero seguian sin aparecer las cuadrillas y la presidencia, pronto cundio el escandalo y la indignacion y la gente invadio la presidencia, los sillones de los palcos fueron arrancados y amontonados en el centro de la plaza, cuentan que un desaprensivo prendió unos papeles y las tablas comenzaron a arder:
otros que la plaza empezo a arder por varias puntas, el fuego se propagó a las barreras y se produjo un gran pánico.
La situacion se agravó ya que alguien habia mandado cerrar las puertas de la plaza y no se podia salir.por fin algunos espectadores las abrieron y huyó todo el público excepto unos cuantos alborotadores que despues de romper barreras, barandillas y puertas, se dirijieron a los toriles forcejeando con palancas las puertas, que cedieron y dejaron salir a los toros, al encontrarse esto en la plaza rodeados de un circulo de fuego,bramaban de una manera aterradora tratando de salvarse ciegamente, por lo que al correr enloquecidos cornearon y dieron muerte a un caballo de la plaza.
Desmandados los toros, huyeron al campo,evitandose asi una tragedia en Alñmagro, cullas calles estaban abarrotadas de forasteros con motivo de las feria.
La guardia civil les dio muerte en las inmediaciones del pueblo de Bolaños, se sabe tambien que un toro fue descuartizado en la plaza por unos sujetos, que navaja en ristre, se apoderaron de cantidades de carne.
La gente en manifestacion se dirigio a la alcaldia y solicito la devolucion del dinero, cosa que se hizo en su totalidad.
se publico una nota en la que se achacaba lo ocurrido a la informalidad de la Empresa e impericia del alcalde, que no cumplió las réiteradas órdenes trasmitidas por el Gobernador. que hubierna evitado o al menos aminorado, los sucesos.
En el ayuntamiento se celebró una sesión estraordinaria para que el alcalde diese cuenta de su actuación en los sucesos ocurridos en la plaza de toros, presidio el Gobernador, que llego al comienzo de la sesión y nombro delegado con amplias atribuciones al diputado provincial, señor Gallego, que se incautó el dinero que habia en taquilla, la delegación de Hacienda devolveria 6.853.84 pesetas ingresadas por la empresa en concepto de contibucion industrial.
Fueron detenidos don Alfonso Holguin, don Manuel Calero. asi como los representantes del señor Holguin .don Francisco lópez Martinez y don cristóbal calvo peña, a quien se les pediria responsabilidad administrativa y criminal en sumario.
por negligencia en su autoridad fue suspendido en su cargo el alcalde de Almagro.
las pérdidas de la plaza, que ardió por completo se calculan entre 40.000 y 50.000 pesetas.
El incendio de la plaza y la suelta de toros en Almagro contribuyeron al bárbaro espectaculo del que la aficion taurina parece haberse olvidado con el tiempo.
ESTA HISTORIA LA VIVIO MI PADRE: ( BENITO DEL VALLE CALZADO ) PUES ESTABA EN EL FESTEJO.
Esta es la historia de “Marquito”, semental de la ganadería de Ana Romero, indultado por Ortega Cano en la plaza de toros de Granada un día 3 de Junio de 1.994.
“Marquito” era de capa cárdena y con unas hechuras típicas del encaste santacoloma, que salió al ruedo granadino en cuarto lugar y fue lanceado suavemente por verónicas y llevado al caballo por gaoneras. El toro, entre tanto, se mantenía atento a los capotes y Ortega Cano lo citó de lejos para hacerle un vistoso quite por chicuelitas.
Después, ya en la faena de muleta, por su forma de embestir con una raza y una calidad extrema encandiló a los tendidos. Y se indultó. Y Ortega Cano y “Marquito” pasaron a la historia, uno con los máximos trofeos y el otro para padrear a la ganadería.
Allí, en los corrales de la plaza, le hicieron las primeras curas de urgencia y fue embarcado de nuevo en el camión para regresar a al finca “Las Cobatillas”. Junto a el iba el mayoral de la ganadería, Francisco Gómez. Al llegar, de madrugada, a la finca todo el personal y el veterinario aguardaban impacientes para curar las heridas del bravo toro. Hasta aquí lo normal para cualquier toro indultado.
Pero cuando llegaron, y con el sol ya apareciendo en el horizonte, el mayoral preparó su caballo y se fue al cercado de las vacas madres. Al volver este le preguntaron que donde había estado, y Francisco contestó:
Todos los que le escucharon, boquiabiertos, volvieron a preguntarle que había pasado, y Francisco les contestó: .
Y seguro que así fue, seguro que se produjo ese instante efimero entre la vaca y el mayoral, cruzando sus miradas un amanecer eterno del mes de junio y sintiendo en su interior la verdadera grandeza que rodea al toro bravo.
Fuente TIERRA DE DEHESAS
ANTOÑETE y ROMERITO
"¿Tú que quieres chico?", repetía el matador, sosteniendo próxima, fija, implacable, la mirada penetrante del toro. Una bellota, luego otra.... palabras tiernas de torero y el animal que se aplaca, sumiso y dócil, abandonado a las caricias de su amo. Ahí los dos, hombre y toro, en una cómplice unión.
Fue su fiel mascota durante 11 años, hasta que un tumor se llevó por de...lante al gran semental. Su muerte, en 2004, fue el motivo que llevó a Antonio Chenel a sufrir una severa depresión y a vender su ganadería. Esta es la historia de una relación que comenzó cuando, misteriosamente, Romerito no embistió a Antoñete como un toro bravo que era, sino que prefirió comerse las bellotas que vareaba bajo una encina de su finca.
Romerito fue un toro de Murube que El niño de la Capea le regaló en 1993. Poco antes, Antonio Chenel le había comprado 25 vacas del mismo encaste.
Sería una especie de patriarca de la ganadería con la que pensaba cumplir un sueño pendiente: su último sueño profesional y el encaste Murube representaba su ideal de toro.
Pedro Capea y su esposa Carmen, decidieron regalarle a Romerito. Era utrero y procedía de una tienta de machos, que habían organizado en su finca salmantina. Fue calificado de sobresaliente en el caballo y notable en la muleta. Bravísimo y muy pronto, pero demasiado agresivo.
Meses más tarde, en su finca de Navalagamella, al norte de Madrid, impaciente como padre primerizo, Antonio esperaba la llegada del camión con su nuevo semental. De pronto se abrió la trampilla y apareció aquel torazo. Era un galán, un pavo, vamos lo que se dice un tío.
Instintivamente le retocó el nombre. Para él, no sería Romerito, sería Romero. Como declaración de intenciones, lo echó inmediatamente a las sus vacas. Romero se distanció, se acomodó y empezó a hacer su vida íntima sin incidencias.
Al final del otoño, Antonio repasó las encinas, se habían cuajado de bellotas. Empezó a varear, el suelo se llenó y las vacas estiraban el cuello y venían a fisgar. Antonio miró de reojo por si Romero se proponía marcar el territorio y tocaba salir de naja. Nada que temer, seguía las operaciones a distancia, indiferente como un tótem. Tranquilo el toro y tranquilo el torero.
Embebido en las tareas de campo, Antonio repetía invariablemente sus rutinas de ganadero: vareaba las encinas, permitía que las vacas se acercaran a discreción y fumaba su cigarrito, sentado en uno de los tres poyos desde los que se abría el horizonte de la finca. Por la fuerza de la costumbre, un día fumó, vareó, se distrajo, resopló y justo entonces sintió un toque sospechoso en el empeine del pie izquierdo. Para alguien que había matado toros estaba claro que aquel era el toque redondo de la pala de un pitón. Casi no se atrevía ni a mirar, pero miró. Era el mismísimo Romero.
En situaciones como aquella había que abstraerse y escuchar el sistema nervioso. Se encogió de hombros y murmuró, como en confidencia, lo que estaba pensando. -Sé que no tengo escapatoria, Romero. Además, no sabría donde ir. Puede que te arranques y me eches mano. En ese caso estaré perdido: ya ves que la casa queda lejos y que no hay donde resguardarse. Me quedaré aquí, esperando a que decidas por los dos. Y que pase lo que tenga que pasar.
No hubo cogida. Tiempo después, imposible saber cuanto, Romero se fue muy despacio. Empezaron ahí una relación telepática. Cada vez que se acercaba aquel toro de casi 600 Kg., Antoñete sentía una mezcla de inquietud y curiosidad. La superaba con un antiguo recurso de superviviente: ante la sensación de peligro, lo aconsejable era disfrutar del miedo. Si acaso, se permitiría algunas precauciones elementales. Por ejemplo, la de recoger dos puñados de las bellotas mejor esmaltadas para llenarse el bolsillo. Luego encendía el cigarro y fingía indiferencia, como quien se hace el quite del perdón.
En cuanto le veía, Romero se acercaba con la prestancia de los toros dominantes. Para prevenir malentendidos, Antonio le lanzaba las bellotas 10 ó 15 metros más allá. Pero Romero seguía avanzando y él recuperaba la sensación de fragilidad y le repetía su habitual discurso de subordinado.
Sé que no tengo escapatoria, Romero. Además no sabría donde ir... Cuando quiso darse cuenta, estaba dándole bellotas en la mano. Sin saberlo, Pedro El niño de la Capea le había regalado un amigo. Le hablaba y se acercaba, le respetaba, le escuchaba, le daba de comer.
Pasó la temporada de bellotas y Antonio le ofrecía en el cuenco de la mano unos cuantos tacos de pienso compuesto. Romero los retiraba con delicadeza. Tenía la cornamenta larga y acapachada; dos leños que se abrían, bajaban y remontaban su curva de guadaña. Parecía imposible que en algún movimiento instintivo no le alcanzase las sienes con el pitón. El secreto era sorprendente: antes de volver la cabeza, daba un pasito atrás. ¿Cómo podía evitar su fascinación por aquel toro?
En 1997, Pedro Capea le pidió prestado a Romero para cubrir unas vacas. En el viaje a Salamanca, desguazó la caja del camión. Y luego, a su llegada, proclamó la ley marcial en la finca y allí declaró la guerra. Convertía cualquier faena campera en un problema para los vaqueros y el mayoral.
Mientras tanto, Antonio descontaba los meses mirando el reloj. Pasados tres años, Pedro lo devolvió a Navagamella. Antoñete estaba lleno de dudas: no había vuelto a verlo, y por segunda vez, llegaba precedido de su leyenda de camorrista.
Abrieron la trampilla medio destrozada del camión, salió Romerito, y le habló Antonio Chenel, "Vamos, vamos, ya estás en casa", y Romerito se convirtió de nuevo en Romero.
Convivió con Antonio cinco años más. En 2004 le detectaron un tumor. La dolencia era incurable. Solo le quedaban dos o tres meses. Antonio tomó una decisión: le abriría la puerta y lo dejaría que se fuera con sus vacas. Quedaría con él a la hora convenida. Como siempre y hasta el final. Romero murió en algún momento del verano. Se fue al limbo de los toros y dejó a Antoñete como un alma en pena.
Este episodio, que no pasó de un buen susto inicial, marcó el comienzo de una hermosa y sorprendente amistad. Ni el tiempo que estuvieron separados logró romper la química que había entre ellos.
Tratar de explicar un fenómeno semejante pasa por admitir un hecho arraigado a los orígenes de la vida: el de la relación del hombre con el resto de animales, que pueden tener, en ocasiones, lazos mucho más fuertes de los que se tienden entre humanos.
La suerte de banderillas
El segundo tercio o de banderillas es como todo en la lidia actual, producto de una evolución de antiguas suertes: las banderillas eran arponcillos que se lanzaban al toro hasta que, según "La Tauromaquia" de Rafael Guerra "Guerrita" (1896), comenzaron a practicarse de manera un poco más ordenada, colocándolos de uno en uno, saliendo a la carrera a pie, con el capote en una mano para librarse mejor de la acometida del toro. No guardaban turno ni reparaban sitio. No se sabe, dice "Guerrita" cuando se estableció la práctica de colocar a pares las banderillas, sólo que a fines del siglo XVIII ya se colocaban de este modo. A alguien se le ocurrió por allá en el siglo XVII adornar los arponcillos y al mismo o a otros colocarlos de poder a poder para darle más dramatismo a la suerte.
En estas apreciaciones coincide el "Cossío" y agrega que las banderillas se denominaban "alegradores" por el efecto que producen en el comportamiento de la res, que viene un tanto apagada por el trauma de la pica o por cualquier otra circunstancia de la lidia.
Las banderillas: Comenzaron por una infancia precoz puestas con un arpón y un cabo de madera que al poco tiempo se comenzaron a adornar con papeles, flores y hasta banderas, de donde algunos deducen su diminutivo, que niega Cossío. Pepe-Hillo señala en su Tauromaquia que la banderilla debe tener un palo de dos cuartos y medio de largo al que se adorna y se le agrega un hierro a modo de arpón, mientras que Guerrita dice que el palo no debe exceder de sesenta y ocho centímetros con una porción sin adorno de seis centímetros, y al extremo se coloca una puya o arpón.
Actualmente la banderilla (también llamada rehilete o garapullo) es un palo delgado, de unos 70 a 78 centímetros de largo, recubierto y adornado con papel picado y con un hierro en un extremo, a modo de arpón, empleado en la lidia para clavarlo de dos en dos en el cerviguillo del toro.
La mejor forma de clavar los también llamados palitroques es haciendo esta suerte en tres tiempos, en el primero se camina hacia el cornúpeta de frente y después de citarlo para que embista, el torero se dirigirá hacia la pala del pitón del toro del lado que vaya a banderillearle, es menester que al iniciar la carrera si el torero se desplaza hacia su lado derecho, el primer paso sea con la pierna de ese lado, para así mantener la sincronía de los movimientos, (si se va hacia su lado izquierdo, dará el primer paso con la pierna izquierda). El segundo tiempo de esta suerte sirve para abrirse un poco en el viaje del toro, para ganarle la cara (poder salir bien librado del encuentro) y por último, el tercer tiempo, consiste en cerrar el camino del toro diagonalmente hacia él momentos antes de clavar las banderillas, lo que da lucimiento, seguridad, certeza al clavar y permite no salir trompicado en el encuentro. En España la mayoría de los toreros, acostumbra empatar los palos (juntar las manos) antes de llegar a la cara del toro, para después levantar los brazos y dejar puestos los también llamados rehiletes. En México hacerlo como se dice comúnmente a la mexicana, solamente difiere en que al levantar los brazos no se juntan las manos con los palos, se levantan paralelamente y se dejan caer sincronizadamente para igualar el par en el morrillo del burel, es un poco más difícil porque si se aprieta un poquito un dedo o una mano, ya no se logra el cometido, uno de los más grandes exponentes de esta suerte a la mexicana fue el matador de toros David Liceaga, años después lo hacía su sobrino Mauro Liceaga, sin menosprecio alguno debo decir que en la actualidad existen excelentes matadores de toros mexicanos que realizan el segundo tercio con facultades, elegancia y vistosidad pero a “la española”.
Existen varias formas de banderillar:
A la media vuelta: Es la más fácil y puede hacerse de dos modos: uno, colocándose el diestro detrás y a poca distancia de la res, a la que llamará la atención, por un lado, dando una voz o haciendo chocar los palos. Al volver el toro la cabeza y antes de que acabe de volver el cuerpo, clava el banderillero los palos y sale por pies. El otro medio consiste en salir de lejos por detrás de la res, que puede estar parada o levantada, llamarla al estar cerca y desviándose algo al lado por donde se ha de hacer la suerte, para que el toro vea el bulto, hacer de modo que al volverse por completo se encuentre ya con los rehiletes clavados. En los dos sistemas hay que procurar que el toro no se vuelva por el lado opuesto, que supondría una cogida segura.
Al cuarteo: Es la más frecuente y se ejecuta saliendo en busca del toro desde una distancia proporcionada que se debe calcular según los pies del toro. Cuando éste se fija y sale en busca del bulto que hacia él se dirige, el torero sigue avanzando para ganar la cara hasta hallarse en el centro de la suerte; entonces el toro humilla, el diestro se cuadra, mete los brazos y sale libre por su terreno al dar la fiera el derrote. También se clavan los palos antes de cuadrar, embrocándose el torero y cuadrando a su lado natural cuando el toro va a derrotar. Este medio es difícil y de mérito, siendo por tanto el que menos se usa.
Al quiebro: El Gordito" fue el perfeccionador y, tal vez, el inventor de esta suerte, que tiene la variante del quiebro en silla o banderillas en silla. la suerte consiste en ponerse frente al toro, a pie firme y con los talones unidos, citándole y esperando su acometida. El diestro, sin mover los pies, tuerce el cuerpo y brazos a un lado, al llegar el toro, marcándole el sitio del bulto y al humillar aquél recobre su posición normal y le clava los rehiletes libre del hachazo o derrote. En este suerte se distinguieron además "Carancha", "Lagartijo", "Guerrita" y Fuentes, que las ejecutaban en ocasiones con los pies sobre un pañuelo, dentro de un sombrero, de un aro, etc. la variante de esta suerte consiste en citar al toro sentado en una silla y marcarle la salida al llegar al terreno y echando a un lado los brazos y parte superior del cuerpo, levantándose al humillar la res y dar frente al costado ante el que cuadra y se para, clavando las banderillas libre ya del derrote. El toro embiste a la silla, que suele llevarse en las astas.
Al recorte: En esta suerte el torero sale a encontrarse con el toro como para hacerle un recorte; recorta al humillar el animal en el centro de la suerte, haciendo el preciso quiebro con el cuerpo y retrasando la salida casi pegado al costado del toro y de espaldas al testuz para que al dar la fiera el derrote se clave ella misma los rehiletes. Para esto el diestro tendrá la mano del lado del toro vuelta atrás, con el codo alto y la otra pasando por delante del pecho, igualando así la punta de las banderillas, que quedarán clavadas de atrás adelante. La salida es como la del recorte. Antes se consideraba una suerte suprema.
Al relance: Consiste en aprovechar la salida del toro cuando viene empapado en un capote. Basta para llegar a su terreno, cuadrar y meter los brazos, saliendo sin precipitación porque el toro, ya castigado, no suele revolverse.
Al sesgo: Se hace con reses aplomadas, en su querencia y sin pies. Se procura que el toro esté algo terciado con las tablas y frente a su cabeza se coloca el banderillero llamándole, arrancando pronto y formando poco círculo; al llegar a la cabeza le clava los palos sin cuadrar y sigue su viaje buscando el callejón, si lo cree necesario.
Al volapié: Se cita de cerca, después de cuadrado el toro, iniciando algún cuarteo al avanzar y en el centro de la suerte se cuadra al lidiador y mete los brazos.
Al pie firme o topacarnero: Es la más difícil de ejecutar y necesita toros nobles y boyantes o que tengan muchos pies y vayan directos a la querencia. Se sitúa el torero a buena distancia del toro, alegrándole y esperándole a pie firme y al humillar la fiera para dar el derrote, se sale el banderillero del embroque por medio de un quiebro de cuerpo y por medio de un paso atrás del lado que le convenga. El banderillero, moviéndose muy poco o nada, debe quedar en su puesto viendo marchar a la fiera. Esta suerte se llama también de pecho o a pie firme y es de gran lucimiento.
A toro corrido.: Semejante al relance, sólo que el toro no sale de otro par, sino que va persiguiendo a un peón, empapado en el capote.
De frente: Se iguala al toro en los tercios, situándose el diestro en los medios, en línea recta y saliendo hacia el cornúpeto, cuadrando en la cabeza y alargando los brazos para igualar y consumar la suerte, saliendo de la cara con un quiebro del cuerpo.
De poder a poder: Se dice cuando el torero ha hecho la salida y el toro arranca cortándole terreno con muchos pies. Es una suerte muy arriesgada.
Cada una de estas formas de banderillear definitivamente requiere de conocimientos, facultades, habilidad y destreza para lograr el lucimiento que se busca. Depende de cada torero el ponerle “la sal y la pimienta” a cada suerte (prepararla, exhibirla, gozarla, ejecutarla), hacerlo con personalidad propia para lograr el objetivo final que se busca: dejar huella en la memoria de los aficionados y buscar la inmortalidad en esta suerte del toreo.
Miguel Ángel Perera, Iván Fandiño y el mexicano Arturo Saldívar, tres delos toreros más destacados de la reciente Feria de San Isidro de Madrid,están anunciados en los carteles de las Sanjoaninas, las corridas a celebrarse del 24 al 26 de junio en la plaza de toros de Angra do Heroismo,capital de la azoreña Isla Terceira.
Perera y Saldívar cerrarán la feria el día 26 junto al cordobés José Luis Moreno, lidiando astados de la ganadería local de Rego Botelho, que fue premiada como la triunfadora de la pasada temporada en la plaza de Lisboa,mientras que Fandiño toreará el día antes, en corrida mixta, con los rejoneadores João Telles hijo y Tiago Pamplona, jinete terceirense.
La venta de entradas para los festejos comenzó hace un mes a muy buen ritmo, por lo que se prevé una respuesta de público tan satisfactoria como la registrada el pasado año.
La feria se abrirá el mismo día de San Juan con una corrida de rejones concurso de ganaderías, en la que se lidiarán toros de las divisas localesmás importantes, a cargo de los "cavaleiros" João Salgueiro, João Telleshijo y Rui Lopes, también azoreño. Y como fin de fiesta, el día 27 se celebrará la becerrada a la que acuden gratuitamente alumnos de todos loscolegios de la isla, en la que ya es una tradicional labor de promoción dela fiesta de los toros entre la infancia
Gómez Ortega, José. ”Joselito el Gallo”
Gelves-Huerta de El Agarrobo (Sevilla), 8 de mayo de 1895
Debut en público: Jerez de la Frontera, 19 de abril de 1908, con becerros de Cayetano de la Riva, y acompañado de José Puerta Pepete y José Gárate Limeño.
Debut en Madrid: el 13 de junio de 1912, con toros (que no novillos, pues se negó a torear los previstos por chicos) de Olea, “en la desaparecida Plaza de la carretera de Aragón, esto es, la Plaza de Madrid de Lagartijo y Frascuelo, de Guerrita y Fuentes, del Espartero…, sita donde actualmente está construído el Palacio de los Deportes de dicha ciudad”. Gran éxito.
Debut en Sevilla: 23 de junio de 1912. Gran éxito.
Temporada 1912: 45 novilladas. Fue cogido el 1 de setiembre en Bilbao.
Alternativa: Real Maestranza de Sevilla el 28 de setiembre de 1912, con toros de Moreno Santamaría, y Rafael El Gallo, su hermano, como padrino. Toro: Caballero, negro, cornicorto y terciado.
Temporada 1914: 75 corridas y 36 perdidas por accidentes.
Temporada 1915: faena inolvidable en la Feria de San Miguel en la Real Maestranza de Sevilla, cuando el 30 de septiembre lidia una corrida de Santa Coloma. “Sus faenas entusiasmaron al público hasta el extremo de inaugurarse en esta plaza la concesión de orejas para galardonar la faena que José llevó a cabo con el quinto toro”, de nombre Cantinero.
Temporada 1920: hizo 20 corridas. El 16 de mayo resultó mortalmente cogido en la plaza de Talavera de la Reina. El toro, de la viuda de Ortega, se llamaba Bailaor.”Era burriciego de los que ven de lejos, no de cerca”. Su cadáver fue trasladado a Sevilla, en cuyo cementerio de San Fernando descansan en famoso mausoleo.
Otros datos: hijo menor del gran torero Fernando Gómez "Gallo", y de Gabriela Ortega. Hermano de los grandes matadores Rafael El Gallo y Fernando El Gallo. Con seis años acudió a ver a torear al hermano Rafael El Gallo a Cádiz, y ya fue cuando decidió su carrera. Comenzó a faltar a clases y a acudir a la finca La Barqueta, propiedad del padre del que sería gran torero Ignacio Sánchez Mejías, y a la Alameda de Hércules de Sevilla. Allí comenzó a “jugar al toro” y allí fue donde sus restos mortales se despidieron del pueblo de Sevilla. A partir de los 8 años comienza a acudir a tentaderos, y a los doce ya era un experto al caballo y a la garrocha, gracias a las amistades que por entonces ya mantenía con los primeros ganaderos andaluces: Felipe de Pablo Romero, Eduardo Miura… Gran competidor primero de Bombita y posteriormente de Juan Belmonte. Su muerte supuso una gran conmoción toda España. De él dijo Guerrita la famosa frase expuesta en el telegrama que le envió al padre de Joselito cuando el toro lo mató en la plaza de Talavera: “Impresionadísimo y con verdadero sentimiento te envío mi más sentido pésame. Se acabaron los toros”. Destacamos la tradición existente en la Real Maestranza de Sevilla, donde, cuando un 16 de mayo hay festejo taurino, se rompe el paseíllo con el pasodoble Gallito y no con el Maestranza, como es lo habitual.
plaza de toros de Navas de San Juán (Jaén ), ha dado a conocer los carteles de los festejos a celebrar en la feria de la mencionada localidad, se trata de dos novilladas picadas y una corrida de toros, estas son las combinaciónes.
Martes 26 de Junio de 2012, Novillos de Martin Carrasco, para la terna compuesta por Antonio Puerta, Juán Ortega y Javier Otiz.
Jueves 28 de Junio de 2012, Novillos de Jimenez Pascuau, para te terna compuesta por Cayetano Garcia, Conchi Rios y Diego Fernandez.
Viernes 29 de Junio de 2012, Toros del Cotillo, para Javier Castaño y David Galván en mano a mano.
José Pedro Prados El Fundi toreará en Saint Vincent de Tyrosse su última corrida de toros en Francia, país decisivo en su longeva trayectoria, en la que ha logrado además numerosos éxitos. El torero madrileño abrirá la terna del domingo 22 de julio que completan Iván Fandiño y Manuel Escribano, para dar muerte a seis toros de El Tajo y La Reina, propiedad de José Miguel Arroyo Joselito.
La programación se completa al día siguiente con un festejo denominado 'Reencuentro de Tauromaquias', en la que con toros de Hermanos Tardieu participarán diversos grupos de forcados y recortadores.
PLAZA DE TOROS DE BRIHUEGA
Coso de La Muralla. Estrenado el 12 de junio de 1965, con toros de Manuel Camacho para Paco Camino, Andrés Hernando y Manuel Benítez “El Cordobés”.
Aforo: 7.000 localidades.
Categoría: 3ª.
Propietario: Ayuntamiento de Brihuega.
Fiestas: en junio y agosto.
Plazas de Guadalajara.
fuente: Santiago Sanchez Traver
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