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domingo, 10 de junio de 2012

N :8 Las nacencias. Generalmente las crías del toro bravo más prematuras nacen a primeros de septiembre y, las más tardías, a principios de mayo, pues los toros se echan a las vacas entre el 1 de enero y San Juan (24 de junio). El ganadero suele mantener las fechas para que el campo tenga abundante pasto abundante para alimentar a la madre durante la crianza. En España, en el centro peninsular, los partos son más tardíos para evitar que los becerros nazcan en los meses más fríos, cuando las dehesas se cubren con un manto de nieve. Para parir, la vaca busca sitios resguardados. Suele tumbarse, pero, si el vaquero está cerca, pare de pie, una vez que nace la cría, la madre se come las pares o envoltura que lo cubre y hasta que no lo limpia por completo, no le hace mucho caso. Después, la vaca brava lo defenderá contra cualquiera que se acerque. Por eso, los vaqueros deben esperar para cumplimentar, los partes de nacimiento semanales, donde detallan el nombre de la vaca que da a luz y si es becerro o becerra. Curiosamente, hay años o lunas en que las vacas machean o hembrean. A muy poco de nacer, los becerros intentan levantase, vacilantes y, a veces, se caen, la vaca vuelve a secarle con su lengua, hasta quitarle el entumecimiento con su calor. Tras mamar los calostros, la madre lo esconde para que duerma el sueño calostral, mientras ella va a comer. En cuanto siente al hombre, la vaca se separa de donde ha escondido el becerro, las jóvenes se espantan poco; las viejas aparecen por el lado contrario. Algunas ganaderías marcan, ahora, la señal de la oreja, pues se hace menos daño, la herida cura antes y goza del poder cicatrizante de la lengua materna, un mes después, el becerro corre, juega, se pelea con sus compañeros, embiste y topa contra lo que tenga delante. Se han dado casos, en que en el barullo de las vacunaciones no se pudo terminar la labor y fue necesario dejar veinte o treinta vacas para terminar al día siguiente; y por la tarde - noche le llega el momento de parir a una vaca y es necesario tratar de sacarla del lugar con la cría, porque se corre el riesgo de que puedan ser pisoteadas, pateadas o hasta cornadas. Es vital, dejar que la madre lama al recién nacido, para que se encariñe, porque de lo contrario en vez de criarla, la abandona y la dejará a su suerte, recordemos que los recién nacidos, necesitan cuando menos seis meses de los cuidados maternos en este tipo de ganado. A los ocho o diez meses, tiene lugar el destete o desahijar, tarea laboriosa que requiere orden, ritmo, caballos bien domados y vaqueros adiestrados. Hoy, por comodidad, se utiliza el corral de las plazas de las fincas, dejando salir por la puerta a la madre y cerrándola delante del becerro. Antes, el ganado se reunía en un pequeño cercado, luego, un vaquero se metía dentro, separando las vacas con el caballo, mientras otro cortaba el ternero de la vaca y un tercero cuidaba la puerta para dejar salir solo a la vaca. La vaca huía por querencia; pero, al verse sin la cría, intentaba volver, por lo que otro vaquero estaba detrás de la cancela. Todo sucede en pocos metros, donde los cuernos de las vacas pasan y repasan a un milímetro de los pechos de los caballos, algunas, hostigadas, se arrancan y el caballo debe recortarlas en metros, ahí se muestra el adiestramiento que le permite cortar la vaca del becerro y esquivar sus arrancadas con hábiles y lentos quiebros, sin enervar ni a la vaca ni a su hijo; con suerte, cien vacas pueden despacharse en media hora, pero si los becerros son tercos, vaqueros y caballos acaban empapados en sudor y fatiga. Por la noche, empiezan los berridos, algunas vacas andan, despacio, al hilo de las tapias, al olor y la nostalgia del hijo, así, hasta que baja la inflamación de las ubres. Fuente : Jaime Montoya ( TORERO )