sábado, 2 de junio de 2012
(Los dorados sesenta)
Diego Puerta da que hablar en el San Isidro de 1960. El Viti figura en el siguiente y es referencia en todos los que torea: hasta un rabo le piden de un toro de Garzón el 25 de mayo de 1966. Paco Camino tarda en entrar en Madrid hasta su tercera feria, pero lo hace por la Puerta Grande en 1963; luego, sería el diestro que más orejas cortaría durante el período festivo del Santo Labrador. Los tres espadas son representativos y forman la base de toda la década. El Cordobés cambia su reconocimiento madrileño por una cornada en 1964. Casi siempre mantiene su gran nivel y corta ocho orejas, de cuatro toros, en 1970. El Litri vuelve a reaparecer y triunfar en 1964. El genial Curro Romero consigue seis de sus siete Puertas Grandes entre 1963 y 1973 -la primera fue en 1959 con sólo una oreja-. En 1967 se deja un toro vivo por decir que está toreado, es detenido y pasa a la Dirección General de Seguridad. Al día siguiente logra su sexta salida a hombros en unión de Puerta y Camino, frente a toros de Benítez Cubero.
Antonio Chenel resucita un verano con una corrida de Félix Cameno y deja para el recuerdo, el 15 de mayo de 1966, la llamada faena del toro blanco, al «Atrevido» de Osborne. En la de la Prensa de esta temporada se hace con cuatro orejas. Pedrés, en 1963, y Rafael Ortega, en 1967, ambos en trance de reaparición, realizan dos grandes faenas. Miguelín triunfa en 1968 con un Urquijo, se lanza de espontáneo a un toro de El Cordobés y corta seis orejas en una arrolladora Corrida de la Prensa. A finales de los sesenta dejan huella Ángel Ternel, Miguel Márquez y Manolo Cortés. Los dos primeros repiten actuaciones exitosas en los setenta.
Antonio Bienvenida se retira en 1966 matando seis toros y vuelve con la misma vigencia a las ferias de 1971 y 1972. Andrés Vázquez se erige en el nuevo ídolo de Madrid, tras su faena al toro «Baratero» de Victorino, que empieza a tomar cuerpo como el ganadero más importante de la historia. Andrés Remando consumó interesantes actuaciones. Ruiz Miguel se hace el amo en la feria de 1973 y sigue como predilecto del público hasta su retirada en 1989. Manzanares y Galloso, en 1971, y Robles y Capea, al año siguiente, novilleros de moda.
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