jueves, 20 de septiembre de 2012
El 26 de septiembre de 1984 en la plaza de Pozoblanco (Córdoba), compartiendo cartel con el Yiyo y El Soro, fue cogido por el toro Avispado, de la ganadería de Sayalero y Bandrés. La cornada le rompió las venas ilíaca, safena y femoral.
Las cámaras de televisión registraron la tragedia e incluso escenas del torero hablando en la enfermería. Paquirri todavía consciente explicaba al doctor Eliseo Morán el tamaño y la trayectoria de la herida:
Estas son las ultimas palabras que pronunció Paquirri, aquel dia inolvidable en Pozoblanco (Cordoba), un 26 de Septiembre de 1.984, y este es el llamado cartel maldito.
Doctor, yo quiero hablar con usted. La cornada es fuerte. Tiene al menos dos trayectorias, una para acá y otra para allá. Abra usted todo lo que tenga que abrir, lo demás está en sus manos. Y tranquilo, doctor».
El torero no pudo ser bien atendido debido a las limitaciones de la enfermería y, sin poder contenerle la hemorragia, falleció cuando era trasladado al Hospital Militar de Córdoba.
Dos días después, miles de personas le dieron el último adiós en la Plaza de la Maestranza de Sevilla. Fue enterrado en el Cementerio de San Fernando.1
Aquel cartel fue llamado "el Cartel maldito de Pozoblanco", por la muerte del Yiyo once meses después en circunstancias similares, y la cogida año más tarde de El Soro" que sufriría una lesión de rodilla que le retiró de los ruedos. Paquirri falleció (aunque su cornada no era mortal como ha manifestado en múltiples ocasiones el facultativo que le atendió) en el traslado desde Pozoblanco al hospital de Córdoba debido, entre otras cosas, a que era trasladado en una ambulancia convencional y a la mala carretera que unía ambas localidades. Sin embargo, su muerte sirvió para cambiar la legislación de espectáculos taurinos obligando a las plazas (en todas sus categorías) a disponer de unidades sanitarias UVI's móviles, y a las plazas de 1ª y 2ª categorías a disponer de quirófanos convenientemente equipados ya que, hasta entonces, más bien lo que se hacía en ellos era administrar unas primeras curas teniendo que contar más con la pericia médica que con medios adecuados.
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