jueves, 6 de septiembre de 2012
El Soldado.
Fuente J,R.
Matador de toros mejicano, nacido en Mixcoac (México, D. F.) el 25 de agosto de 1912, y muerto en la capital mejicana el 15 de noviembre de 1990. En el planeta de los toros es conocido por el sobrenombre de "El Soldado".
A pesar de que fue universalmente conocido por el mencionado apodo, jamás militó en ninguna agrupación armada; el remoquete le viene de una curiosa etapa infantil en la que, al frente de una "compañía" formada por los niños de su barrio, recorría las calles de su ciudad natal ataviado con la indumentaria militar que le habían facilitado los mandos de un cuartel vecino, entusiasmados con la prematura vocación soldadesca del chaval. Sí se dedicó con ahincó, en cambio, a los estudios hasta que cumplió los catorce años de edad, época por la que empezó a sentir una acusada vocación torera que se consolidó firmemente en cuanto pudo contemplar, en la mejicana plaza de El Toreo, una corrida de toros.
Sin embargo, a pesar de su tenaz empeño en ser torero no consiguió Luis Castro Sandoval ninguna oportunidad que le permitiera ir curtiéndose en este duro oficio, por lo que todo su aprendizaje se redujo a las observaciones que llevó a cabo en el canal (es decir, el matadero) de la Ciudad de México. Allí, entre todas las reses que iban a ser sacrificadas, pudo estudiar las características de las reses que salían bravas, formación que le permitió afrontar sin temor su debut en la plaza de toros de su Mixcoac natal en marzo de 1932, en una tarde en la que, alternando con el novillero Fernando Aparicio, cosechó un clamoroso triunfo. Este éxito le permitió anunciarse al mes siguiente en la plaza de El Toreo, de donde salió catapultado como novillero revelación de aquella temporada, en la que llegó a hacer el paseíllo en más de cincuenta ocasiones (veintidós de ellas verificadas en la importante plaza recién mencionada).
Una irrupción tan sobresaliente en el planeta de los toros tenía que culminar, forzosamente, en la toma de alternativa del ilusionado Luis Castro Sandoval, ceremonia que apenas se hizo esperar. En efecto, el día 5 de marzo de 1933, cuando apenas llevaba un año toreando, "El Soldado" hizo el paseíllo en la plaza de toros de El Toreo, dispuesto a tomar la alternativa que había de cederle su afamado padrino, el genial diestro gitano Joaquín Rodríguez Ortega ("Cagancho"); el cual, bajo la atenta mirada del torero mejicano David Liceaga Marcial, que comparecía en calidad de testigo, le cedió los trastos con los que había de lidiar y estoquear a un toro perteneciente a la ganadería azteca de Coaxamalucan. A partir de entonces, renovó como matador de toros los triunfos que había cosechado en su anterior etapa novilleril, despertando en sus paisanos el convencimiento de que había en "El Soldado" madera suficiente para llegar a ser una gran figura del toreo.
Lógicamente, esta opinión le animó a cruzar el Atlántico y desembarcar en España, pues pretendía que la calidad de su toreo gozase de la repercusión que sólo podía otorgarle la cuna del Arte de Cúchares. Una vez en suelo hispano, renunció a la alternativa que había tomado en su México natal y se anunció otra vez en calidad de novillero, para dar a entender su respeto al público español y su convencimiento de que tiene mayor validez una alternativa recibida ante el severo dictamen de la afición española. Así las cosas, se presentó por vez primera ante el público madrileño el día 20 de julio de 1933, fecha en la que su buen hacer le permitió ganarse varios contratos más, en la capital de España, durante aquella temporada.
En la campaña siguiente se consolidó como uno de los novilleros preferidos por la primera afición del mundo, sobre todo a partir del día 29 de julio de 1934, cuando la cogida del novillero Cecilio Barral dejó solos en la arena madrileña, en un improvisado mano a mano, a Luis Castro Sandoval y a su compatriota Lorenzo Garza Arrambide. Aquella tarde, frente a los novillos del hierro de Gamero Cívico, ambos mejicanos entusiasmaron a la entendida afición de la Villa y Corte, que no cesó de ovacionar su lances y alardes de valor (al parecer, "El Soldado" entró a matar a alguno de sus enemigos citándolo con un pequeño pañuelo, después de haberse desprendido temerariamente del auxilio de su muleta). Además, Luis Castro demostró que sabía manejar espléndidamente el capote, clavar las banderillas con vistosidad y emoción, y mover la muleta de forma magistral, lo que se tradujo en los cuarenta y tres contratos que, acabada aquella temporada de 1934, había cumplido en suelo español.
De ahí que el día 24 de marzo de 1935, en las arenas de Castellón de la Plana, "El Soldado" volviera a tomar la alternativa, esta vez de manos del no menos genial Rafael Gómez Ortega ("El Gallo"). Compareció, a guisa de testigo, el susodicho Lorenzo Garza Arrambide, quien contempló como su compatriota se doctoraba en España dando lidia y muerte a estoque a un morlaco criado en las dehesas de doña Carmen de Federico. Unos días después, concretamente el 2 de mayo de aquella misma temporada, "El Soldado" volvió a hacer el paseíllo en las arenas madrileñas, dispuesto ahora a confirmar su título de doctor en tauromaquia. Venía, a la sazón, apadrinado por el mismo espada que acababa de darle la alternativa, y acompañado por el diestro madrileño Marcial Lalanda del Pino, que hacía las veces de testigo. El ganado corrido aquella tarde lucía la señal de Clairac.
Vuelto a su lugar de origen, se dedicó durante varias temporadas a torear sólo en plazas hispanoamericanas, en una de las cuales sufrió el percance más grave de toda su andadura torera. Ocurrió en una de las muchas inauguraciones de la plaza de El Toreo, un 22 de noviembre de 1942, cuando formaba terna con sus compatriotas Jesús Solórzano Dávalos ("El Rey del Temple") y Francisco Gorráez Arcante ("El Cachorro de Querétaro"), para enfrentarse con un encierro marcado con la señal de Piedras Negras. Un toro cárdeno, que atendía a la voz de Calao, infirió a "El Soldado" una tremenda cornada en su muslo derecho, de resultas de la cual vino a quebrársele allí mismo la arteria femoral, con un derrame de sangre tan alarmante que hizo temer por la vida del infortunado diestro.
Sin embargo, Luis Castro Sandoval se recuperó con sorprendente rapidez y consiguió reanudar su carrera en el transcurso de aquella misma temporada. Volvió a triunfar ruidosamente en México en las campañas de 1943 y 1944, por lo que decidió reaparecer en suelo español durante este último año. En efecto, el día 28 de septiembre de dicha temporada volvió a vestirse de luces para torea en la plaza Monumental de Las Ventas (en Madrid), formando cartel con el espada sevillano Rafael Vega de los Reyes ("Gitanillo de Triana"), con el matador cordobés Manuel Rodríguez Sánchez ("Manolete") y con el caballero rejoneador jerezano Álvaro Domecq Díez. Aquella tarde -en que se lidiaron cuatro toros de don Atanasio Fernández, uno de don Clemente Tassara y otro perteneciente al hierro de Manolo González-, "El Soldado" defraudó a la rigurosa afición madrileña, que comprobó con desazón el manifiesto declive de uno de sus diestros preferidos de antaño.
Esta decadencia se acentuó por culpa de los problemas circulatorios que padecía en su pierna derecha desde la grave cogida de 1942, por lo que en la campaña de 1945 "El Soldado" sólo intervino en nueve festejos, y en ocho en la de 1946; en 1947 volvió a estar presente en la reinauguración de la plaza de El Toreo, y todavía anduvo prolongando injustificadamente su carrera hasta el año de 1962, en el que se cortó la coleta de forma definitiva, en la mencionada plaza de El Toreo, un 29 de abril de 1962, después de haber hecho el paseíllo junto al diestro mejicano Manuel Capetillo Villaseñor y al espada barcelonés Joaquín Bernadó i Bartoméu.
El día 15 de noviembre de 1990, en Ciudad de México, cuando salía de un estudio de televisión en el que había sido entrevistado, Luis Castro Sandoval se sintió indispuesto y falleció repentinamente.
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