sábado, 15 de septiembre de 2012
Juán Pablo Sanchez
Este matador de toros dejó una grata impresión en los pocos paseíllos que trenzó la pasada temporada, aunque sus notables actuaciones en Madrid y Valencia le dieron el impulso suficiente para tomar la alternativa en Nimes (Francia) con un padrino de la categoría de Enrique Ponce, y Sebastián Castella como testigo. Un cartel cartel de auténtico lujo, aunque el propio espada reconoció que «desde pequeño se sueña con hacerse torero en casa». «No puedo quejarme de la ceremonia, tanto por el cartel, como por el escenario que tuve», record.
Así, después de pasar la fechas navideñas en tierras españolas preparando los compromisos más inmediatos que tiene en tierras americanas, retorna a la actividad con dos tardes en León (México). Es evidente que se encuentra ante un año crucial para su carrera, pero el mexicano no quiere hacerse grandes fábulas en su cabeza y tiene muy claro su objetivo: «Mi misión es torear todo lo que pueda». Sánchez es consciente de que para alcanzar la cima del toreo todo pasa por «ir donde el apoderado crea oportuno y donde llamen los empresarios» y no se plantea retos concretos para éste primer año en el escalafón mayor.
No obstante, el torero y su entorno son conscientes de que la imagen que proyectó en 2010 le abrirá las puertas de muchos ciclos en el presente ejercicio. «La campaña pasada no toreé mucho, pero tuve la oportunidad de anunciarme en plazas muy importantes y triunfar», comentó el hidrocálido. No se olvida de su triunfal tarde en Madrid ni de como la espada le privó de una salida a hombros casi asegurada. «Me da rabia cuando pienso que pinché el toro que me podría haber abierto la puerta grande Las Ventas», aseguró. Pese a todo fue el ganador del ciclo de novilladas nocturnas celebrado en el coso madrileño.
Profundizando en el ámbito personal, Juan Pablo Sánchez tiene como referente a su descubridor y principal valedor en España, el empresario, ganadero y matador de toros Pablo Lozano. «Me puedo fijar en muchos toreros a la hora de mejorar, pero el modo de entender esta profesión me lo ha inculcado don Pablo», reconoció el azteca. Como la mayoría de los diestros que actúan en ambas orillas del Atlántico, observa y analiza las principales semejanzas y diferencias entre el concepto de torear mexicano y el español. El joven matador tiene claro que la embestida del toro condiciona la lidia en uno y otro lugar. «Al toro bueno en México, de embestida más templada, le puedes hacer faenas muy largas. En cambio, en España los toros son más bruscos, arremeten con más temperamento y al ser de mayor volumen no puedes exigirle tantos pases, aunque hay un punto más de emoción», esgrimió Sánchez. Pese a las evidentes diferencias aseguró estar «plenamente acostumbrado a las dos formas de torear» y que no le cuesta trabajo adaptarse a las de embestidas de los astados europeos y los americanos.
Al igual que las reses condicionan la forma de torear, el público supone otro de los elementos diferenciadores. El matador observa que «en América el público vive más la fiesta y está más del lado de los toreros». En cambio, al aficionado español los considera más juicioso y que espera más al torero, «le cuesta más calentarse con la faena», aseguró. Como bien describió Juan Pablo Sánchez: «Diferente modo de ver la vida; diferente forma de ver los toros».
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