sábado, 15 de febrero de 2014
LOS PICADORES TAMBIEN LLAMADOS VARILARGUEROS O LOS DEL CASTOREÑO
El picador o varilarguero es el descendiente directo de los varilargueros del siglo XVIII, que se convierten en picadores de vara corta, como los conocemos en la actualidad y que desde los inicios del siglo XIX, es el torero, que montado a caballo, pica los toros.
El también llamado varilarguero es un jinete a caballo, cuya labor es picar al toro con una vara de 2 metros de largo que tiene una puya en la punta, que lleva como finalidad, en primer lugar sangrar al toro para que se descongestione y evitar que embista durante los dos tercios de la lidia restantes levantando la cabeza o tirando derrotes (cornadas), en esta etapa de la corrida (parte final del primer tercio), se le debe restar poderío al animal y “ahormar” la cabeza; es un método forzosamente necesario.
La pica debe realizarse en el morrillo, cerviguillo o pelota de la res que es la parte voluminosa y destacada del animal, comprendida entre la nuca y la cruz y sirve para medir la bravura del animal y dosificar sus fuerzas para el resto de la lidia, comprobando su reacción ante el castigo y restarle esa acometividad áspera a la embestida, para permitir posteriormente el toreo con la muleta.
El picador coloca al caballo de tal manera, que cuando el animal acomete y recibe el puyazo, se le debe dar la salida por la derecha del jinete, mientras que con la mano izquierda se saca el caballo por ese lado.
Incomprensiblemente es la figura más odiada en la fiesta de los toros, por falta de conocimiento sobre su labor, porque sin ellos, no se podría ni lidiar, ni torear, y mucho menos realizar una faena de arte frente al toro. Hoy en día la imagen del picador es muy mal vista por el público no entendido (que es más del 85% de los asistentes), porque hay quien piensa, que por la labor de los picadores la fiesta es cruel y sanguinaria con el toro, inclusive muchos “espectadores” se hacen solidarios con él, por el castigo que le otorgan los de a caballo.
Aquí cabe recordar, que en alguna ocasión el diestro poblano Joselito Huerta (†) dijo en referencia a esto: “…la vida tiene momentos más crueles, que una corrida de toros” y en la plaza, el único que puede “medir” la pujanza de la embestida de un toro…es el picador. Habrá quién me diga que el tercio de varas lo debe dirigir el matador en turno y ser él, quien decida cuántos puyazos debe recibir el astado para el mejor lucimiento de su faena; yo respondo a quién esto afirme: que en efecto, el matador puede determinar que el toro reciba “x” número de puyazos, o uno, o ninguno, ya que él es quién se está jugando la vida, pero este propósito coyuntural, es una puerta abierta para que muchos diestros (que no toreros), le ordenen al picador masacrar al toro y ensañarse con él, para así correr “menos riesgo” con el toro parado, lo cual por supuesto es de poco profesionales, porque reitero seguro de lo que afirmo: quién en verdad puede medir las condiciones del astado es únicamente el varilarguero, después con base en su técnica u oficio, así como de sus conocimientos, corresponderá al matador imponerse y superar las condiciones que le presente su enemigo en el tercio final de la lidia.
Informò para Sabiendo de toros: Jaime Montoya Escamilla.
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