domingo, 10 de junio de 2012
N : 9
El herradero. El reconocimiento y distinción de cada uno de los animales es imprescindible no sólo para el destino propio de cada uno de ellos, sino también para las labores de selección necesarias en cada camada. Consiste en marcar a los becerros y a las becerras con un hierro calentado a fuego en el lado derecho de su cuerpo, los hierros de los que se sirve el herrador son 20: dos con el signo de la casa y los otros con los 10 dígitos repetidos, excepto el seis y el nueve, la operación se desarrolla, por lo general, en los corrales de la dehesa.
Esto servirá para poder identificar a simple vista al animal y para ello se apartan separados los becerros de las becerras (de un año de edad), e irán pasando de uno en uno a otro corral en el que, sujetos contra el suelo por cuatro o cinco hombres (pues tal es su fuerza), y se procederá a aplicar el hierro caliente, no al rojo; primero el de la marca (hierro de la ganadería a la que pertenece) se coloca en la parte externa y plana de la nalga, denominada llana, y la del número asignado al animal dentro de la ganadería que se impone en el costillar derecho. El hierro y la señal (que es un corte o marca de distintas formas que se realiza en las orejas o en el pecho) es idéntica para todas las reses de la dehesa, esta maniobra se denomina fañar y son marcas acostumbradas en las ganaderías desde muchos años antes de que se conformaran las específicas de ganado bravo. Esta acción data de mediados del siglo XIX, en concreto, cuando se formaron las ganaderías de bravo consideradas fundacionales.
En otros casos, uno a uno se les va llevando por pasillos hasta que llegan al cajón del herradero, el cual es un habitáculo de hierro el cual en su salida tiene un hueco para que meta la cabeza el animal y tiene una palanca que atrapa la cabeza a este para que quede inmóvil, se abre al costado y se procede a herrar de esta forma. Cuando se marca un(a) becerro (a) a campo abierto, lo primero que se debe hacer es taparle la boca para que no muja porque de lo contrario, aunque esté lejos la madre vendrá llena de furia y alguien puede salir lastimado. Este momento se aprovecha para que se les administren varias vacunas a las becerras y becerros.
Cuidados: Tradicionalmente, los machos siempre han recibido mayores cuidados en las ganaderías, por tratarse de la principal producción de las mismas. En la actualidad, se ha racionalizado bastante la alimentación de los machos y predomina la idea, de que el futuro toro debe ser cuidado desde antes de su nacimiento, aportando a la madre una mejor nutrición y condiciones sanitarias para mantener los cuidados durante toda la vida del ejemplar, suplementando la dieta siempre que sea preciso hasta llegar a la fase de acabado. El toro bravo generalmente se muestra tranquilo y seguro de sí mismo, por el respeto que impone.
El toro que se cría en España en las inigualables dehesas de Extremadura, Andalucía o Salamanca es totalmente distinto al toro mexicano. En las dehesas salmantinas la arboleda no es sólo sombra; en las dehesas extremeñas crece la bellota dulce que tanto gusta al toro y en las dehesas andaluzas de variados matices, el toro puede correr y moverse con plena libertad.
En cambio en México a pesar de que se crían toros bravos desde 1529 y de que los ganaderos han sabido aprovechar los terrenos más agrestes y pobres del campo mexicano, entre huizaches y nopaleras, en terrenos en donde el agua y los pastos no abundan, el toro ha sabido sobreponerse a todo, creciendo en calidad y categoría. Con el paso del tiempo, la reducción del tamaño de las fincas ha sido desmedida, son terrenos en donde propiamente no puede sembrarse nada por falta de humedad; las prolongadas sequías y las terribles heladas hacen muy difícil la alimentación en forma natural apenas se encuentran pastos secos entre las piedras, la obtención de agua es un triunfo, cada ganadero a lo largo y ancho de la República Mexicana, tiene que adaptarse a condiciones muy adversas para lograr criar reses bravas.
A pesar de ello se cuenta con ganaderías de toros bravos en los siguientes estados o entidades de: Aguascalientes, Baja California, Chihuahua, Durango, Estado de México, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Morelos, Nuevo León, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Sonora, Tamaulipas, Tlaxcala, Yucatán y Zacatecas. Todo esto ha hecho que el toro mexicano presente un fenotipo (características corporales) y un genotipo (características que definen el comportamiento y la actitud de los toros de lidia, de origen genético) muy diferentes al toro de otros países.
El toro es un animal glotón devora siete u ocho kilos diarios de piensos fuertes, concentrados y piensos compuestos. Así, el toro gordo debe ser más bravo, porque no sólo se mueve, sino que, además, tiene que arrastrar más peso, redituando esto en la pérdida de agilidad, movilidad y fuerza.
Antes, los toros se lidiaban con cinco o seis años, ni flacos, ni gordos, pelo brillante, buen trapío, piernas nerviosas, ojos negros y vivos, eran seis años lentos, normales, engordados según la naturaleza, con hierba de mayo y rastrojos de agosto; hoy, el toro tiene cuatro o cinco años y es más cuidado desde becerro. El toro de hoy, seleccionado por bravura, es un toro más cuidado para prepararlo para la muleta. No obstante, ante el trapío, el peso es secundario porque sin trapío, un toro no es interesante, pues no brillará la bravura con plena intensidad.
Fuente : Jime Montoya ( TORERO )
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