miércoles, 4 de julio de 2012
Carta por una desilusión
4 de julio de 2012
Rubén Aparicio · Mi nombre es Rubén Aparicio, soy novillero con picadores. Torero por vocación. Me dispongo a explicar una experiencia convertida en frustración.
Todo empieza de la siguiente forma:
El pasado 4 de Junio me pongo en contacto telefónico con el empresario que dará toros en Abenójar (Ciudad Real) con motivo de sus fiestas patronales. Me comenta que se trata de una novillada con picadores y que puedo ser uno de los integrantes del cartel aunque para ello, tengo que vender 150 entradas. Corren tiempos difíciles y los gastos de este tipo de espectáculos son elevados. En un principio lo doy por imposible pero son muchas las ganas que tengo de torear, incluso siento una necesidad personal de vestirme de luces en una plaza y de ponerme delante del toro. Es esto con lo que más disfruto y a lo que más tiempo y sacrificio dedico. Intento compaginar mi afición con mis estudios universitarios. La pasada temporada fue escasísima en contratos y no quería que esta fuera por el mismo camino. Así que, quedamos en que le daría una respuesta a lo largo de la tarde.
Ese mismo día, a las 16.00 h tenía un examen de Fisiología en la Universidad de Córdoba y pensaba hablarlo con mi padre para comunicarle al empresario por la noche la conclusión obtenida pero no pude esperarme y antes de las 13.00 h había aceptado el trato.
A partir de este movimiento, mi padre se ocupa de hablar con el empresario y yo, que me encuentro en plenos exámenes de final de curso, intento hacer el esfuerzo de seguir estudiando aunque mi cabeza pensaba más en esos dos utreros que saldrían el día 25 por los toriles de la plaza portátil de Abenójar.
Vender las 150 entradas a 20 € y para el día 25 (que desgraciadamente cae en lunes) no es tarea fácil… Uno cuenta con una serie de amigos que te apoyan casi incondicionalmente pero no son tantos. Así que se convierte en un durísimo trabajo. Me consta lo mal que lo ha llegado a pasar mi padre, días sin descanso para tratar de convencer a las personas para que compraran una entrada, yendo por todos los pueblos cercanos a Abenójar, incluyendo Argamasilla de Calatrava (dónde vivimos) y Puertollano… Incluso me vi obligado a venir desde Córdoba para unirme a la misión de conseguir venderlas todas y así poder entregar ese dinero al empresario. Por supuesto, sin dejar de entrenar un solo día. Pero eso costaba menos trabajo, al caer la noche coger un capote para torear de salón era soñar con lo que quería hacer unos días después delante de los novillos.
Parecía imposible y sólo nosotros sabemos lo que nos ha costado, pero el sacrificio y esfuerzo propio y el de un padre por su hijo es suficiente para poder con todo. Así que, sólo faltan unos días para esa esperada fecha.
Este día 25 de Junio de 2012 se convertía en una fecha importante. A las 9.00 h de la mañana me presentaba al último examen del curso y 10 horas más tarde estaba anunciado el festejo:
PLAZA DE TOROS DE ABENÓJAR
6 NOVILLOS-TOROS, 6 DE D. MANUEL CARO ANDRADE
Para los novilleros:
CRISTINA HERNÁNDEZ
RUBÉN APARICIO
LUIS GERPE
Venían a verme amigos de Valdepeñas, Almagro, Ciudad Real, incluso compañeros de la Facultad de Córdoba… Algunos ya estaban de camino y yo recién llegado a casa para comer y descansar antes de vestirme de torero. En este momento recibo una llamada que ojalá nunca se hubiese producido. Mi padre, que se encontraba en el supuesto sorteo de las reses, me comunica que la novillada está suspendida. Y desconocemos las razones. Los toros se encontraban allí metidos en el camión al igual que se encontraban allí también las autoridades. Parece ser que se debe a irregularidades de carácter administrativo. Este es el primero de los fiascos sufridos en este evento. A todo esto, la gente que venía a verme se encontraba ya de viaje y algunos a los que no me dio tiempo a avisar, llegaron a ir a Abenójar y se encontraron sin toros.
Se comunica el aplazamiento del festejo para el sábado siguiente, es decir, para el 30 de Junio. Tras el mal sufrido, al menos, se renueva mi motivación y viví durante toda la semana pensando en que el sábado por fin tendría mi primera novillada de la temporada.
La sorpresa se produce cuando mientras comemos el viernes en mi casa, y después de haber avisado a todo el mundo del aplazamiento, nos llama el empresario para decirnos que no se ha autorizado el festejo y éste queda de nuevo suspendido. Lo cierto es que no daba crédito a lo que estaba pensando. Fueros 5 horas en los que el teléfono de mi padre y el mío “echaban humo.” Y no había vuelta de hoja, tan sólo una opción: aceptar que me había tocado a mí vivir aquello.
Se te pasan muchas cosas por la cabeza. Algunas se resuelven cuando hablas con unos o con otros. De hecho hay temas que se han esclarecido y la no autorización por parte de la Autoridad competente es otra cuestión de la que se puede hablar largo y tendido. Pero yo no soy la parte que tiene que resolver estos temas ni debo sembrar la duda diciendo que quizás se trate enfrentamientos políticos…
Aún con eso, se albergaba la posibilidad de que la novillada se celebrase al siguiente sábado puesto que la empresa manifestó su intención de presentar la documentación por tercera vez confiando en que en esta ocasión tuviera éxito. Pero ahora, es el Excmo. Ayuntamiento de la localidad el que se niega a contemplar esta posibilidad alegando que no le parece ético.
¿Qué significa esto entonces? Significa que haber hecho lo imposible para vender 150 entradas, descuidar mis estudios, embarcar a una familia, gastos en ir de un lado a otro y en teléfono para organizar a todo aquel que ha querido ir a verme torear, pasar el trago de una desilusión por tres veces, tratar de buscar soluciones para que se celebre el festejo y una innumerable lista de esfuerzos… NO HA SERVIDO PARA NADA. Hoy, 3 de Julio de 2012, la novillada con picadores que iba a celebrarse en Abenójar queda suspendida de forma irrevocable.
Y por si esta sensación de vacío que me invade fuera poco. Ahora queda otra misión difícilmente posible. Por obligación moral, vergüenza, incluso por hombría y dignidad, debo ir uno por uno devolviéndole el dinero a todo aquel que por afición o colaboración me compró una entrada. A los que por supuesto, agradezco muchísimo su gesto y sé que comparten parte de mi frustración ya que se quedaron sin verme torear.
Debo llevar a cabo la devolución de las entradas lo antes posible pero no puedo cumplir con aquellos que me compraron su entrada hasta que el empresario me devuelva el dinero que yo le entregué en su día.
Finalmente, quiero reiterar el agradecimiento a todas las personas que compraron su entrada, pedirles perdón y con el firme compromiso de la devolución del dinero tan pronto me sea posible.
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