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martes, 24 de julio de 2012

Espartaco [Juan Antonio Ruiz] Espartinas, 1962) Matador de toros español. La vocación paterna le animó a ser torero desde muy temprana edad. Apenas contaba trece años de edad cuando se desplazó a Colombia para tomar parte en varios festejos taurinos, ya que la legislación española le impedía blandir muleta y acero con tan pocos años. De regreso a España, el día 19 de marzo de 1975 se ciñó en la localidad sevillana de Camas su primer terno de luces, y comenzó a despertar expectación entre los aficionados más avisados, que veían con sorpresa y esperanza los espectaculares progresos de una auténtica promesa del toreo. Espartaco Así, tras curtirse durante tres temporadas en la lidia de numerosas novilladas sin picadores, el día 29 de enero de 1978 hizo el paseíllo en la alicantina plaza de Ondara para intervenir en su primer festejo asistido por el concurso de los varilargueros. A partir de entonces, la progresión de su incipiente carrera cobró matices de vértigo: el día 27 de julio de 1978 compareció en el coso de la Ciudad Condal para enfrentarse, en compañía de los jóvenes novilleros Manuel Rodríguez Blanco ("El Mangui") y José Aguilar Álvarez ("Aguilar Granada"), con un lote marcado con la divisa de don Baltasar Ibán. El animoso Espartaco cortó una oreja de cada uno de sus toros, salió a hombros de la plaza barcelonesa y acabó aquella temporada colocado en el primer puesto del escalafón novilleril, con un total de cincuenta y siete ajustes cumplidos. Comenzó la siguiente campaña de 1979 como figura indiscutible entre el gremio de los novilleros, muy bien apoderado por los hermanos Lozano, que le consiguieron numerosos contratos en compañía del susodicho "Mangui". Ya bien avanzada la temporada, el día 1 de agosto se vistió de luces en Huelva para recibir su alternativa, graduación que le otorgó el polémico espada Manuel Benítez Pérez ("El Cordobés"), en presencia del coletudo sevillano Manuel Cortés de los Santos ("Manolo Cortés"), que asistía en calidad de testigo. Aquella tarde, Juan Antonio Ruiz desorejó al toro de su doctorado (un morlaco marcado con el hierro de los herederos de don Carlos Núñez, que atendía a la voz de Anonimado), y obtuvo también dos orejas de su segundo enemigo, lo que le valió una clamorosa salida a hombros por la puerta principal del coliseo onubense.

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