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martes, 4 de septiembre de 2012

Díaz Villalta, Lorenzo Manuel
Matador de toros español, nacido en Socuéllamos (Ciudad Real) el 17 de agosto de 1952. En los carteles taurinos se anunció como Lorenzo Manuel Villalta, omitiendo siempre su primer apellido. Tras un largo y costoso aprendizaje que le llevó a curtirse en las asperezas del oficio por tientas y capeas, consiguió estrenar su primer traje de luces el día 26 de julio de 1973 en el pequeño coso de La Solana (Ciudad), dando así inicio a una etapa novilleril que, aunque con cierto retraso, le permitió ser incluido, al cabo de dos años, en una novillada picada. Este debut en un festejo asistido por los subalternos de la puyo y el castoreño tuvo lugar el día 28 de junio de 1975, en el coliseo taurino de Ciudad Real. A partir de entonces, comenzaron a llegarle algunas ofertas para hacer el paseíllo en plazas de mayor renombre, hasta que, ya bien avanzada la campaña de 1976 (concretamente, el día 29 de agosto), consiguió por fin cruzar el redondel de la madrileña plaza Monumental de Las Ventas para hacer su presentación, todavía en calidad de novillero, ante la primera afición del mundo. Esta comparecencia en las arenas de la capital española no pudo ser más afortunada para el modesto aspirante a matador de toros, ya que, en su enfrentamiento con un lote procedente de la ganadería de García Romero Hermanos, cortó dos orejas y salió en volandas de la plaza, transportado sobre los hombros del selecto público venteño. Así las cosas, Lorenzo Manuel Villalta afrontó la siguiente campaña con el firme propósito de acceder, de una vez por todas, al escalafón superior de los matadores de toros, con una edad (veinticuatro años, y a punto de cumplir los veinticinco) a la que otros jóvenes con mayor fortuna ya se habían proclamado figuras del Arte de Cúchares. Compareció, pues, ante sus paisanos de Alcázar de San Juan el día 10 de abril de 1977, fecha en la que el afamado espada sevillano Francisco Camino Sánchez le facultó para dar lidia y muerte a estoque a un astado marcado con el hierro de Martín Berrocal, bajo la atenta mirada del lidiador gaditano Francisco Ruiz Miguel, presente aquella tarde en calidad de testigo. Comoquiera que aún permanecía vivo en la memoria de los buenos aficionados madrileños el triunfo veraniego de Lorenzo Manuel Villalta en la pasada campaña, el diestro de Socuéllamos quiso confirmar cuanto antes la validez de su título de doctor en Tauromaquia. Y así, el día 17 de mayo de aquel mismo año de su alternativa, en pleno ciclo ferial consagrado al santo labrador patrono de la Villa y Corte, volvió a hacer el paseíllo a través de la arena venteña, esta vez flanqueado por el coletudo cordobés Antonio José Galán Casero -que fue su padrino de confirmación- y por el espada alicantino José María Dols Abellán ("José Mari Manzanares") -que hizo las veces de testigo en tan emotiva ceremonia-. Se jugó aquella tarde un encierro criado en las dehesas de don Antonio Méndez, cuyo escaso rendimiento no permitió el lucimiento de ninguno de los tres matadores. Su condición de torero modesto (es decir, de lidiador que sólo puede oponer su tesón y su pundonor frente a las ventajas ofrecidas a otras figuras privilegiadas por los intereses dominantes en los circuitos oficiales de la profesión taurina) fue la causa de que no abundasen las ofertas en el despacho de su apoderado. Desanimado por estas circunstancias adversas, Lorenzo Manuel Villalta sólo permaneció en activo como matador de toros durante dos temporadas, ya que el día 9 de septiembre de 1979, después de haber actuado en las arenas de la localidad manchega de Villarrubia de los Ojos (Ciudad Real), se cortó la coleta para apartarse definitivamente del ejercicio profesional del toreo. Aquella tarde, en la que se corrieron reses procedentes de la vacada de don Bernardino Giménez, el diestro de Socuéllamos compartió cartel con el también manchego Antonio Sánchez Fernández ("Sánchez Puerto") y con el caballero rejoneador Agustín Navarro. Quienes estuvieron presentes en esta despedida de Lorenzo Manuel Villalta habrían de recordar durante mucho tiempo el clamoroso triunfo cosechado por el diestro ciudadrealeño en aquella su última actuación vestido de luces. Fuente. j. r.

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