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miércoles, 3 de octubre de 2012

Ganaderia Conde de la Corte- Maria Olea
Agustín Mendoza y Montero de Espinosa tenía un sueño: comprar una ganadería de reses bravas y dedicarse a la cría del toro en el marco incomparable de la dehesa. Su padre no veía con agrado la adquisición. Al fin y al cabo venían de una familia de la aristocracia y el mundo taurino no estaba bien visto en aquella época. Corría el año 1919 cuando, aconsejado por su amigo Marcial Lalanda, Agustín decide adquirir la vacada de la marquesa viuda de Tamarón, encaste Parladé, y cuyos animales pastaban en Vejer de la Frontera. La historia podría ser la de cualquier hierro, pero se trata de uno de los más emblemáticos e importantes del país. Es fácil reconocer de qué ganadería se trata si se sabe que Agustín Mendoza es el VI Conde de la Corte. Cristina Carrasco Sanabria es una de las personas que mejor conocen la historia de los toros condesos. Natural de Jerez de los Caballeros, es autora de 'Conde de la Corte: ganadería madre de la sangre brava', un libro que editó la Diputación de Badajoz y que ahora va por su tercera edición, realizada por la propia autora. El abuelo de Cristina era natural de Guijuelo (Salamanca) pero vivía en la localidad pacense y mantenía una gran amistad con Agustín Mendoza Esa relación de amistad entre las familias se mantiene y fue la que impulsó a la autora a escribir el libro sobre la vacada. Carrasco explica que Agustín Mendoza compró la ganadería en 1919 pero mucho antes ya realizaba listados con los nombres que le iba a poner a los toros, fruto de su gran afición que le llevó a dedicar su vida entera a la tauromaquia. No solo puso a disposición de las reses su patrimonio sino que no se casó ni tuvo hijos y se entregó totalmente a hacer realidad su prototipo de bravura. «Agustín Mendoza sabía que los toros de Tamarón eran muy buenos, la vacada pastaba en Vejer de la Frontera y consigue comprar una parte, la otra la adquiere un portugués, es la actual ganadería de Coimbra», argumenta Cristina que detalla que los toros permanecen un par de años en la localidad gaditana hasta que el Conde de la Corte logra trasladarlos hasta Extremadura, en concreto hasta la finca 'Los Bolsicos', en Jerez de los Caballeros, donde pastan en la actualidad. 'Los Bolsicos' es un antiguo señorío medieval y el cortijo una fortaleza templaria en cuya torre defensiva está ubicado el despacho del ganadero. Además es rica en pastos pues lo riega el río Ardila. «El Conde de la Corte fue pionero en descubrir la dehesa extremeña para el mundo del toro», afirma la autora, que describe a la perfección la trashumancia, el traslado de los animales desde la provincia de Cádiz hasta la de Badajoz. Más de 250 vacas con sus crías, novillos, toros de saca, sementales... Y por supuesto el personal para mantenerlos, entre los que se encontraba el abuelo del actual mayoral, Salvador Magallanes. En el año 1923 se instala en Jerez con los toros y entonces es cuando comienza realmente su labor como ganadero. Según comenta Cristina Carrasco, cuando adquiere la vacada el toreo está cambiando. Se lidia de manera distinta y se necesita un animal diferente. Agustín Mendoza consigue que los astados sigan manteniendo la casta y la bravura, que peleen en el caballo pero logra la nobleza, que la res se entregue al vuelo de la muleta. Así adapta el toro a ese nuevo concepto que surge a partir de Belmonte. «Una de las pruebas de la nobleza del toro condeso es que apenas hay cornadas a lo largo de su historia y eso a pesar de los pitones tan impresionantes que tienen estos ejemplares», subraya Cristina Carrasco. La muestra de que había conseguido el animal que se estaba buscando es que los grandes ganaderos buscan sangre brava en 'Los Bolsicos'. Árbol genealógico Casi todas las ganaderías se nutren de vacas y sementales de Agustín Mendoza. «El Conde hace un árbol genealógico y detalla todas las ventas que hizo pero llega un momento en el que cree que ha vendido demasiado y cierra totalmente las puertas de su casa, incluso a los periodistas. Envuelve su hierro en un halo de misterio», indica la autora del libro en el que también se detallan algunas anécdotas. Una de ellas está relacionada con la Guerra Civil. Con ayuda de Atanasio, Agustín Mendoza y Marcial Lalanda huyen escondidos en un cajón de toros hasta Portugal, pues deben exiliarse. Expropian su ganadería y comienzan a herrar los animales con las siglas de la UGT. Incluso serían lidiados así. El favor que Atanasio hace al Conde de la Corte jamás se olvida y hace más estrecha la relación que les unía. De hecho, llega a venderle sementales, aunque la familia Domecq es la que más reses compra. «También muchos ganaderos portugueses e incluso viajan a América muchos sementales que, por cierto, dieron un resultado espectacular en México porque son animales que fijan mucho los caracteres con las vacas y pueden levantar una ganadería», subraya Cristina Carrasco que añade que un 90% de lo que se lidia actualmente en las plazas procede de la ganadería jerezana. La escritora considera que debería ser un orgullo para los extremeños tener la ganadería del Conde de la Corte en la región, ser un símbolo, pero que apenas está reconocida, tan solo por los aficionados a pesar de ser una a la que más premios se le ha concedido en Madrid a lo largo de sus 90 años de historia. «Se lidia poco y no en plazas de repercusión», detalla la autora. Además, el trapío de estos animales ha hecho que pase a considerarse una de las denominadas 'corridas duras' lo que hace que las figuras del toreo no quieran lidiarla y sean pocos los matadores que se atreven a ponerse delante de los impresionantes pitones de los toros del Conde de la Corte. Sin embargo, Cristina confía en que se devolverá el sitio que merece esta ganadería que actualmente está en manos de Guillermo López Olea, hijo de un sobrino de Agustín Mendoza, al que dejó en herencia la vacada.

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