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jueves, 29 de noviembre de 2012



RAFAEL MOLINA MARTÍNEZ "LAGARTIJO CHICO" 

RAFAEL MOLINA MARTÍNEZ "LAGARTIJO CHICO"
Matador de toros, nacido en Córdoba el 16 de julio de 1880, falleció en la misma ciudad el  8 de abril de 1910, a los 30 años de edad, tras torear 296 corridas y estoquear 735 toros. El 30 de agosto de 1908, en la Plaza Real de El Puerto de Santa María, “Lagartijo chico” recibió una cornada al entrar a matar. "Breve fue, pues, la vida de “Lagartijo chico”; brevísima su vida torera. Pese a ello no hubo en su época un diestro más querido." Todavía a finales del siglo XX siguieron las simpatías acompañando su recuerdo.
Parecía, según dicen, "que se movía en la plaza con pereza moruna, como si cumpliese un deber penoso, como si, poco asequible a gloria y aplausos y poco sensible a censuras y silbas, esperase calmosamente a que terminara la función para marchar al lado de los suyos, a su vida tranquila y oscura cordobesa, a la morisca vida más de hogar que de calle y más de campo que de ciudad." ¡Vaya usted a saber de qué presentimientos estaban cargadas las baterías anímicas de su cerebro! Sin embargo, cuando el torero se erguía, como en el despertar de un profundo sueño, o como si por súbitos cambios de carácter, los aplausos de otros motivaran en él una emulación dormida; cuando surgía el torero del reposado, elegante, sobrio, y con la tremenda dificultad de la sencillez artística de su capote, sus pases de muleta adornados, sin desplantes de ningún tipo, eficaces en ahormar la cabeza de las reses, quitándoles defectos y resabios, y cuando entraba a herir sin ventajas ni escurrideras, dando aquellas medias estocadas lagartijeras o hundiendo hasta la barra los aceros con la pujanza del matador de toros de verdad, entonces los públicos electrizados –don José María de Cossío-, ante el mérito de lo felizmente realizado, acoplaban las simpatías heredadas del hombre con los méritos del artista, y las ovaciones eran estruendosas, formidables, más grandes que las que recibieron sus colegas contemporáneos. Entonces se dibujaba una ligera sonrisa de satisfacción en el rostro grave y pensador de Rafael Molina Martínez; daba la vuelta al redondel con señorío, lentamente, sin batimanes, ni monterazos, ni combamientos de cuerpo, ni pretenciosas cursiladas de saludos de salón, y al acallarse la ovación, rápida e intensa, tornaba a su seriedad, tal y como en todo lo hizo Manuel Rodríguez (Manolete), y a su habitual indolencia; parecía apoderarse de su cuerpo el desmadejamiento… y solía estar mal en el toro siguiente. En Madrid le dijo uno de sus entusiastas, ganadero de reses bravas, al señor Cossío: “Ha muerto el único que hoy tenía tipo de torero”. Esta opinión escribió de Rafael Molina Martínez “Lagartijo chico”  El bachiller González de Ribera. ¿No respondería aquella indolencia, aquella apatía del torero al tormento de la consuntiva enfermedad que acabó con él? Indudablemente que sí.
La página web “Historia del Torero”, nos cuenta una versión distinta al referir que: << Primeramente se apodó Lagartijo-chico, pero en cuanto tomó la alternativa se quitó en Lagartijo solamaente, apodo que hizo célebre su tío carnal Rafael Molina y Sánchez. Vino al mundo en Córdoba el 16 de julio de 1880, y el ambiente familiar hizo que la vocación germinara en él inmediatamente; halló cuantas facilidades pudiera apetecer para no hallar tropiezos en el camino, y empezó la profesión formando con Machaquito la pareja de matadores de una cuadrilla de Jóvenes cordobeses, la cual se presentó en Madrid el 8 de septiembre de 1898, obtuvo un feliz éxito y se puso de moda inmediatamente. Después de realizar brillantes campañas como novilleros en los años 1899 y 1900, se anunció la alternativa de los dos en el coso madrileño para el día 16 de septiembre del segundo de dichos años; hubo sorteo (improcedente) para determinar cuál de los dos habría de ser el primero en recibir los trastos, sin tener en cuenta que “Machaquito” venía actuando delante de “Lagartijo”, y como la suerte favoreció a éste, pasó aquél a ocupar el segundo puesto. La corrida en cuestión fue de ocho toros del duque de Veragua, y si a “Lagartijo” le cedió los trastos Mazzantini, a “Machaquito” se los cedió Emilio “Bombita”. El toro de la alternativa de Lagartijo llamábase “Jardinero” y era negro bragado. Buen torero fue este sobrino de “Lagartijo el Grande; cuando abría el frasco de la solera cordobesa (lo de solera empezó a decirse entonces), se paladeaba el buen arte; pero arraigó en él una negligencia, un abandono tal, que sólo de vez en cuando lucía sus envidiables aptitudes. ¿Falta de valor? ¿Carencia de voluntad? El caso es que fue perdiendo terreno y que a su abulia hubo que agregar su nada envidiable estado de salud, como consecuencia de los fuertes varetazos que de un toro de Miura sufrió en Zaragoza el 14 de mayo de 1908. A causa de aquel percance, se presentó la tuberculosis; el año 1909 lo pasó buscando inútilmente alivio en las aguas medicinales, y el 8 de abril de 1910 dejó de existir en Córdoba. "

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