domingo, 17 de marzo de 2013
HACIENDO HISTORIA
MIGUEL ÁNGEL GARCÍA MEDRANO
El novillero mexicano Miguel Ángel García nace en la ciudad de México, D.F. el 1 de octubre de 1929, formándose como novillero en la ganadería de don Heriberto Rodríguez, vecino de Apan (Hidalgo) por lo que se le consideró en muchas ocasiones un hidalguense de Apan. En esa población el señor Guillermo Delgado lo asigna como encargado de sus billares y le proporciona una habitación, permitiendo que –en sus ratos libres– se dedique a la torería. Viste por primera vez el traje de luces en esta población el 21 de agosto de 1949, posteriormente debuta en la placita capitalina “La Morena” dándose a conocer como un torero valiente a carta cabal. El 30 de julio de 1950 se presenta en La Plaza México causando sensación por su valor rayano en temeridad. Esta temporada torea dos novilladas más acusando un claro verdor, pero posee una personalidad que aunada a su valor lo hacen un novillero carismático. Don Enrique Bohórquez, redactor del diario ESTO le recomienda volverse al campo a perfeccionar su oficio, pero el empresario Alfonso Gaona –por su imán taquillero– lo programa como base de cartel para la siguiente temporada novilleril. En 1951 torea nueve novilladas, sumando ya doce y se convierte en el llena plazas; faenones y quites por gaoneras o por fregolinas espeluznantes, achuchones, cornadas y en ocasiones un temple exquisito, aumentan su atractivo sensacional. Alterna estos éxitos con Curro Ortega, Rafael García (padre de los Querencia) con El Ranchero Aguilar, con “El Callao”, con “El Piti” y con los españoles Julio Pérez “Vito”, Paco Honrubia, Jesús Gracia y Jerónimo Pimentel. Siete novilladas en 1952 y una más en 1953 llegando a sumar en su haber 20 en La Plaza México. (Sólo “El Callao” sumó más de 20 en esta plaza). Crónica de Carlos Hernández G. "Pavón". El 4 de octubre de 1953, el novillero mexicano Miguel Ángel García sale con una oreja en la mano de la Plaza de Las Ventas de Madrid, cuando para lidiar novillos de Prieto de la Cal, alternó con Joselito Álvarez y Félix Saugar “Pirri”, tales y tantas eran las cualidades del joven novillero mexicano.
Relata con verdadero dramatismo el prestigiado editorialista don Luis Iriberri Díaz, que en la Plaza de Toros de la Maestranza de Sevilla aquél 2 de mayo de 1954, se daba el último festejo novilleril de la feria anual y desde luego el "Güero" Miguel Ángel García, novillero en ese tiempo de nacionalidad mexicana, sustituía en el cartel a Jaime Ostos que había sido arrestado por no haber cumplido con el servicio militar en aquél país. Salió el último astado de la tarde procedente de la dehesa de don Felipe Bartolomé que en las costillas estaba marcado con el número 18 y que de repente miró a un espontáneo que se le echó al ruedo y por ese motivo se formó un "herradero" tratando todos de sacar del ruedo al intruso. Restablecido el orden "El Güero" Miguel Ángel citó al toro de tercio a tercio y le alegraba con la voz para que embistiera lo que finalmente logró, intentando pegarle una larga cordobesa puesto de hinojos sin conseguirlo, pues el astado se le venció, hizo por él y limpiamente le metió un cuerno dentro de la boca. De dentro de su boca y entre sus labios, le manaba sangre al torero azteca lo que hacía temer un desenlace pues que llevaba una cornada muy seria y en efecto lo era. La atención al torero se retardaba pues que en la enfermería de la plaza no había un aparato extractor de sangre y de esa manera le llevaron al Hospital Civil. En la misma ambulancia le acompañaba el ahora extinto Capellán de la Plaza "México" el taurinísimo Padre Roberto González Padilla que por cierto vestía de corto, no como un sacerdote y subió también el matador Fermín Espinosa. El pronóstico era de gravedad plena y algunos pensaban en que el matador García perdería la vida, por lo que se le avisó a su madre y al empresario de la Plaza "México" en ese entonces Alfonso Gaona. Y más se temió por su vida cuando fue expedido el Parte Médico que decía lo siguiente: "...Herida por asta de toro que interesó el paladar anterior y el posterior, que atravesó la fosa piroidea derecha alcanzando el peñasco, produciéndole fractura en la base del cráneo, con parálisis del nervio facial y gran otorrragia. Pronóstico muy grave..." Se le hizo transfusión de sangre de 800 c.c. y de ahí se le envió a terapia intensiva hasta la recuperación.” Es de imaginar que en todo el periodo de recuperación, el "Güero" Miguel Ángel García sufriera de suyo con dolores muy intensos y en esos quince días ya le acompañó su señora madre que había llegado procedente de México. Luego de largos meses de cuidados, el matador volvió a los ruedos reapareciendo en Madrid al final de la temporada. Por lógica el matador García ya no fue el mismo y a poco sus facultades mentales se vieron disminuidas y el hombre hacía cosas raras mostrando que no estaba en sus cabales, asunto éste que en una corrida celebrada ya en México, la autoridad del callejón de la Plaza "México" quiso impedirle que continuara en la lidia. Interrogado por esa actitud, el matador aseveraba que estaba en la Plaza de Sevilla y que esa tarde les daría un "baño" a sus alternantes. Desde luego siendo notoria su situación mental, poco a poco fue desapareciendo de los carteles y del medio taurino. Se despidió de los ruedos en un festival organizado para el 24 de mayo de 1969. Y su vida ya fue otra, engordó muchísimo y a poco perdía completamente la razón y vagaba sin rumbo por las calles de la Ciudad de México sin que nadie le echara una mano en la ayuda, y de esa manera muchas ocasiones fue recogido como indigente para llevarlo a un lugar en donde pasara la noche. Le bañaban y le ponían ropa limpia. Hasta que pasados muchos meses, fue hallado muerto en una banca del Paseo de la Reforma de la Ciudad de México y llevado como desconocido al anfiteatro, en donde se diagnosticó su muerte a causa de una ingesta excesiva de alcohol y de droga que combinadas le quitaron la vida. De alguna manera nuestra inolvidable amiga Gloria Rizo, se enteró de su muerte, le identificó en el anfiteatro de la Cruz Verde y de su peculio pagó el sepelio del infortunado torero mexicano, para evitar que fuera enviado a la fosa común. Dejó a su esposa y a tres niños huérfanos.
La versión de su fallecimiento, descrita por el cronista Carlos Hernández G. "Pavón", es que <
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