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domingo, 17 de marzo de 2013

TOREROS NORTEAMERICANOS. Sydney Franklin (su nombre verdadero era Sydney Frumpkin), nacido en Park Slope, Brooklyn, en 1903. Hijo de padres judíos ortodoxos rusos quienes severamente educaron a este joven, sus inclinaciones lo alejaban de los rituales del comercio y lo acercaban a las artes visuales y por ello, en cuanto pudo, se introdujo en el mundo del toro y se cambió el apellido en homenaje a Benjamín Franklin con el fin de eludir la vigilancia de su progenitor. A los dieciocho años y cansado de los abusos y golpes de su padre, Sydney huye de su entorno familiar y marcha a México para hacerse cartelista diseñando publicidad y marquesinas para espectáculos, pero con poca suerte. Una tarde asiste a una corrida de toros y descubre ese mundo fascinante. Conoce a Rodolfo Gaona, un torero de renombre con quien comienza una vida de aventuras y se transforma a su lado en torero profesional. Un año después comienza a ser conocido y se presenta en El Toreo de la ciudad de México el 27 de julio de 1924 y debuta el 9 de junio de 1929 en Sevilla y, a partir de 1930, hace sus apariciones en las plazas de Portugal, Colombia y Panamá. Franklin conoció a Hemingway en agosto de 1929 y se identificaron con los gustos y placeres de ambos: el alcohol, el peligro, el boxeo, la pesca, las comidas, los toros y las armas. Durante la Guerra Civil Española estuvieron juntos y compartieron borracheras y angustias. Con una gran diferencia, Hemingway se había comprometido con la causa revolucionaria mientras que Franklin estaba más próximo a las clases aristocráticas y adineradas. Tras regresar a España después de una estancia en su país, Franklin tomó la alternativa en Madrid un 18 de julio de 1945 de manos de Luis Gómez "El Estudiante" con "Morenito de Talavera" de testigo, estoqueando reses de Sánchez Fabrés. El 16 de marzo de 1930, en Madrid, en medio de una corrida. Esa tarde el torero sufrió la arremetida de un toro que le partió la base del coxis, penetró su cavidad abdominal a través del recto, le destrozó el músculo del esfínter y destruyó su intestino grueso. Franklin debió someterse a múltiples operaciones para salvar su vida. En la década de los 50 la amistad con Hemingway se fractura, porque la homosexualidad de Sydney le disgustaba a Martha Gellhorn novia de Ernest. La cercanía de este con el torero, le parecía una relación perversa e injustificada y la cuestión llegó a mayores cuando Martha y Ernest se casaron. A partir de ese momento el enemigo gay cayó en desgracia, las discusiones en la pareja no tenían fin y, en definitiva, todas las molestias de Martha se caían en un juego de torpezas que Hemingway sostenía con desenfado. La estrecha relación, a pesar de todo, se prolongó por bastante tiempo. Durante la Guerra Civil Española estuvieron juntos y compartieron borracheras y angustias. Con una gran diferencia, Hemingway se había comprometido con la causa revolucionaria, Franklin, en cambio, no fue tan leal. Su proximidad a las clases aristocráticas y adineradas de España que lo adulaban durante las corridas de toros y su reconocida simpatía por Franco, lo ponían en otra vereda. Martha sostenía que esta postura era porque el Generalísimo no perdonaba a los homosexuales y Sydney, como sabía de su homofobia, cuidaba su pellejo siendo un fiel admirador. Franklin no se despegaba de Hemingway. Había una suerte de simbiosis que llegaba a poner en duda cualquier pronóstico, hasta John Dos Passos se metió en los enredos y salió, obviamente, disparado como una bala de la escopeta del novelista. Se mezcla en toda esta marea los amigos cubanos, porque Franklin también pisó la isla y ofreció conferencias sobre la tauromaquia, hizo presentaciones en la radio. Ya en la década del 50 la lealtad se quiebra. Franklin aparece en algunas películas en los Estados Unidos y México, hace alarde de sus logros como expositor en la televisión, invita a artistas como James Dean quien resultó ser un admirador de la tauromaquia. Escribe una polémica autobiografía en donde hace referencia a que con "Ernest dormíamos en la misma cama", y lleva adelante una escuela de toreo en Sevilla y una cafetería de mala muerte. Pero ya había iniciado el camino de regreso. Bastante angustiado incurre en un delito menor: la violación de una matrícula del automotor. Esto lo lleva a la cárcel durante nueve meses. Desahuciado reside en México hasta que decide regresar a Estados Unidos. Allí pasa sus últimos siete años de vida en un asilo de Greenwich Village, en Manhattan, donde fallece el 26 de abril de 1976. INFORMÓ: Jaime Montoya Escamilla

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