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sábado, 6 de abril de 2013

LOS BUEYES O CABESTROS. UTILIZACIÒN Y APRENDIZAJE Los cabestros son Toros, generalmente de una raza utilizada para carne, que se castran a los dos años para facilitar su doma. Tras la castración pasan por un aprendizaje de tres años, el cual está dividido en tres fases: 1. Imposición del cencerro, instrumento que influyendo sobre su psiquis le hace manso, al ser el típico tañido pacificador, pues sin el cencerro es un toro bravo de verdad. 2. La de rodeo o careo. 3. La tercera fase es la fase específica donde se le enseña la misión que va a desempeñar durante toda su vida: “estribo”, “tropa” o “Caballo”. Misión que van a desempeñar fundamentalmente en el campo, encargándose del traslado del ganado bravo de unos cercados a otros. Los cabestros de “estribo” van a los lados del caballista para protegerle los flancos de las embestidas de los toros. Los de “Caballo” van a la cola del équido para proteger su “retaguardia”. Y finalmente los de “tropa” son los que rodean a los toros y vacas propiciando la conducción acompasada a los sonidos de los cencerros, ya que suelen ser los únicos que los llevan pues los otros tipos de cabestros suelen llevar campanillas de bronce. Pero también actuarán en las plazas de toros en el acto de desencajonamiento y siempre que sea necesario mover a los nerviosos bravos, si bien estos cabestros son objeto de doma distinta puesto que su misión consiste en conducir a corrales a los Toros devueltos por presidencia durante el desarrollo del festejo. Normalmente suelen ser seis que se denominan: “liviano” el que, en cabeza, marca la dirección a seguir. “Arropadores” que como su nombre indica, arropan al Toro y finalmente “arreador” que es el que lo fustiga. Pero donde los cabestros adquieren gran relevancia es en el encierro de Pamplona, ya que son ellos los que conducen y arropan a los Toros, abriendo y cerrando la manada. Los bueyes del encierro conocen el recorrido porque lo repiten cada mañana, marcan el ritmo sostenido de la manada, ayudan a despejar el camino -especialmente en los días en los que existe gran densidad de corredores- y muy posiblemente con su lenguaje y comportamiento ayuden a tranquilizar los nervios de los Toros que no se encuentran en su campo. Por si esto fuera poco, dos o tres cabestros escoba barren el recorrido unos minutos más tarde con el fin de recoger a algún Toro que haya quedado descolgado de la manada como consecuencia, generalmente, de alguna caída inoportuna. Los bueyes del encierro tendrían que ser, además de eficaces, bonitos, que es lo mismo que decir parejos, en buen estado de carnes y con el mismo color de capa, siendo los más aconsejados los berrendos en negro o en colorao, para que puedan ser diferenciados de los Toros de la manada tanto por los corredores como por el público que presencia la carrera, que actualmente es muy numeroso por la retransmisión de los encierros por televisión. Posiblemente haya llegado el momento de que a alguien se le ocurra erigir un monumento a los cabestros por todo lo que significan en el mundo del Toro Bravo. Las condiciones a reunir del cabestro son: temperamento, buena cabeza e inteligencia. Los mejores son los moruchos. Suelen ser machos de razas autóctonas de carne, morucha en Salamanca y retinta en Andalucía. Los machos castrados de estas razas pueden superar los 800 kilos y poseen enormes cornamentas, aunque mansos, a veces tienen algunos rasgos de bravura que se creen están originados por los cruces con ganado bravo que se practicaban antiguamente en las ganaderías. No son infrecuentes las cornadas por cabestros que a veces tienen consecuencias graves

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