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lunes, 11 de junio de 2012

N : 10 Comportamiento: El toro de lidia es definitivamente un animal gregario, que halla seguridad y refugio en una manada, después del nacimiento, y antes del destete, el becerro vivirá ocho o nueve meses alimentado y protegido por su madre; dado que su madurez sexual se produce a los 16 meses aproximadamente, poco después del año se separan machos y hembras, que, a partir de ese momento, vivirán en cercados diferentes. Las diferentes edades se denominan con nombres específicos: añojos (un año), erales (dos años), utreros o novillos (tres años), y toros cuatreños (cuatro años) o cinqueños (cinco años). En las manadas de toros se establece una rigurosa jerarquía, se denomina mandón al toro dominante y que maltrata a los demás, con cierta frecuencia, este jefe es desafiado por otro miembro de la camada para arrebatarle el liderato, produciéndose violentas peleas. El toro derrotado se denomina abochornado y es atacado y perseguido por el resto de la manada, quedando apartado de la misma y volviéndose irascible y muy peligroso. Dado que los toros no tienen acceso a las hembras, se montan unos a otros para mitigar su apetito sexual, por lo que en cada camada de toros acostumbra a haber un toro más débil o tímido que el resto, al que montan los demás. Ante el riesgo de las caídas del toro en la plaza, algunos ganaderos tanto en España como en México pasean al animal un mes antes de la lidia, para ello, se recogen con los bueyes los toros apartados para la corrida y se les obliga a andar y correr unos kilómetros. En la primera salida, al toro le cuesta abandonar el cercado e intenta pelear con sus compañeros antes de coger la puerta, en la segunda, el toro ya sabe dónde va y obedece a vaqueros y cabestros. Si hay un barranco en el camino, es frecuente que los toros se arranquen contra alguno de los flancos, si el terreno no es muy duro, hunden los pitones para sacar tierra húmeda y si encuentran algún ganado, tienden a acercarse, reburdeando (emitiendo un ronquido bajo y grave, que presagia ganas de lucha y sangre. Hay un toro caído y la vacada entera le da vueltas reburdeando, mientras el vaquero los deje). En el extremo de la marcha, los toros dan la vuelta por querencia, entonces, al galope corto de los caballos, se les obliga a correr hasta el cerrado, donde llegan con la boca abierta, la lengua fuera de ella, incluso, ya llegando, adelantan a los bueyes, ávidos de alcanzar su lugar de costumbre. El toro se sabe dueño y señor en el campo, tienen gran memoria, fomentada al darles una vida metódica y rigurosa, igual que si se tratara de un deportista en constante entrenamiento; a las horas de los piensos, por ejemplo, acuden, puntuales, a los comederos, aún a pesar de que no se les lleve comida, acaso no haya animal más ordenado que el toro y al mes de estar en la dehesa, cada uno ha escogido su sitio fijo para echarse, para reunirse, para tomar el sol y para protegerse del viento y del frío, en colectividad, el toro es pacífico, tranquilo, tímido. En palabras de algunos ganaderos, el toro bravo ideal es "bajo de manos", de tal modo que, "al mirarlo desde delante, se le descubra la cruz y detrás de ella se vea la penca del rabo", así, el toro meterá la cara y podrá "hacer con la barbilla un surco en la arena", pues la "altura del toro en su cruz debe ser sólo algo superior a la de la cintura del torero". Generalmente, revelará "más fuerza mientras más juntas tenga las manos y las patas", ya que, igual que los caballos camperos, "tiene que estar reunido", cuello largo para facilitar la embestida; los pitones no deben ser abiertos: "que su cabeza quepa en los faldones de la muleta" y además, ha de ser ancho de pecho, pero no "excesivamente" para que no "pierda agilidad para revolverse". La edad ideal para lidiarse son cuatro años, más tarde, será más lento en sus arrancadas y "al torero le será fácil adivinar sus intenciones"; Y en la Ciudad de México por su altitud el peso ideal debe estar entre los 480 y 490 kilos, no mas, para brindar un buen juego en su lidia. Es una creencia extendida que a los toros supuestamente les altera de alguna manera el color rojo. Esta creencia es falsa, como también lo es que estos animales vean en blanco y negro, pues en realidad los toros cuentan con visión dicromática específicamente deuteranopía, es decir, tienen capacidad de descomponer el espectro luminoso en dos componentes esenciales, y según la cantidad de cada uno son capaces de diferenciar los diferentes colores pero carecen de los foto receptores retinianos del verde. En realidad, a los toros no les altera el rojo, lo ven, pero no les crea una conducta agresiva, cuando cargan contra el capote, cargan contra el movimiento. De hecho si observamos detenidamente los colores del capote y de la muleta de día y de noche no pierde su viveza y luminosidad. El toro en la plaza es un animal totalmente distinto al dueño y señor de la dehesa, que se mueve con una soberbia tranquilidad al pisar el trébol y las margaritas del campo, no te cruces nunca en su querencia natural porque te llevará por delante, aunque no tenga intención de embestir, esa fiereza que asusta a los toreros, no es nada cuando se enfadan en medio de un cercado y surgen esas peleas a muerte entre los gallitos de la camada; sobre todo de noche, cuando se escuchan los bramidos y el chocar de los pitones como un desgarro dramático en la plaza de los valles. Para evitar que se hagan daños mayores con y en la cornamenta que generen pérdidas de buenos toros, varios ganaderos en España han recurrido a recubrir los pitones con fibra de vidrio, hasta que esté cerca la fecha en que serán embarcados. (Punto en el que algunos ganaderos, gentes del toro y aficionados no están de acuerdo porque argumentan que existe manipulación de las astas y no se ha legislado nada al respecto). El personal dedicado al cuidado de los toros de lidia debe hacer gala de una gran afición y dedicación a su labor, así como de destreza en su manejo, valiéndose para el mismo de la ayuda de dos elementos fundamentales que son los caballos y los cabestros o toros viejos y mansos, unos y otros deben estar perfectamente domados y obedecer al mando de los vaqueros para facilitar los apartados, conducciones y encierro de las reses. Cuando van a ser embarcados, los toros recorren junto a los cabestros un callejón amplio y largo que se va estrechando, acosados por los vaqueros a caballo para que avancen y entren al cercado de recepción, que los llevará hasta el primer corral anexo a la plaza de tientas. este callejón recibe el nombre de alar o manga, debe ser de paredes opacas, no de alambrada y de suficiente altura para que los animales no pueden saltarla al verse acosados y obligados a pasar por la puerta del primer corral. Es muy importante que el suelo de todos los corrales, sea de tierra con un orificio de desagüe en uno de sus lados (a pesar de que en épocas de lluvia se formen charcos y barro); porque si el piso es de cemento hace que sufran resbalones, que pueden ser causa de graves lesiones. El embarcadero, se encuentra integrado a las instalaciones de manejo del ganado y en comunicación con uno de los chiqueros, consta de un pasillo en rampa lo suficientemente estrecho, como para que los animales no puedan volverse (60 a 70 cm), debe estar destechada para poder apurar al animal y sus paredes han de ser resistentes y de bastante altura, y se inicia en la puerta que comunica con el chiquero y finaliza en el muelle donde se coloca el camión con los cajones, que están elaborados de madera con protecciones de metal y son de tipo individual, forma rectangular, de 2.5 x 0.90 x 2.0 mts. aprox. y lo bastante angostos, para que no puedan moverse ni dañarse en su interior; están provistos de dos puertas (una al frente y otra atrás que se deslizan hacia arriba para abrirse); los toros se acomodan de manera alternada, o sea, una cabeza para un lado y el que sigue para el otro; con objeto de equilibrar el peso/movimiento del animal en el camión. Fuernte : Jaime Montoya ( TORERO )

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